Convocatorias, cumbres, y hasta la recomendación específica del Papa Francisco, no parecen suficientes para destrabar el conflicto que vive Venezuela. La próxima jugada de la oposición representada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) será buscar una salida a la brasileña, es decir, derrocar en el Parlamento al gobierno que hasta ahora no pudo vencer en las urnas. Ante esto, el presidente Nicolás Maduro amenazó con denunciar a los opositores por golpismo. 

La Asamblea, hoy dominada por una mayoría opositora, conminó al presidente a comparecer ante el plenario el próximo martes para dar inicio a un juicio político sui generis que, a priori, la Constitución Bolivariana no contempla. Todo indica que el presidente no concurrirá. Por el contrario, promoverá acciones para “llevar a la cárcel a todo el que viole la Constitución”.

Para ese día debería empezar a decantar el resultado de la reunión para el “diálogo nacional” prevista para hoy en la isla Margarita, o Caracas, según pedía parte de la oposición. Una reunión que, a pesar de tener la venia papal, corría el riesgo de ser cancelada a último momento, sobre todo por la posición de algunos exponentes de la MUD, como el gobernador del estado de Miranda, Henrique Carriles, quien le pidió al presidente que mande desde esa isla caribeña una foto de su esposa, Cilia Flores, en bikini, como forma no muy protocolar de rechazar el convite. Sin embargo, el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba, había confirmado la presencia un día después del exabrupto de Capriles.

“Esto demuestra que tenemos una oposición que está partida en pedazos, que no tiene un liderazgo claro ni un vocero definido”, analiza el embajador venezolano en Buenos Aires, Carlos Martínez Mendoza. “¿Por qué no ir al diálogo y patear la mesa constantemente? Hay que valorar el esfuerzo que está haciendo el Papa, la Unasur y cuatro ex presidentes para lograrlo”, se queja el diplomático en conversación con Tiempo.

Para el chavismo es indudable el impacto que debió significar el encuentro del lunes entre Maduro y el Papa Francisco, en el Vaticano. El pontífice ya se había involucrado en el necesario diálogo en Venezuela, y ordenó al nuncio apostólico en Argentina, el suizo Emil Paul Tscherrig, oficiar una serie de reuniones primero con representantes de la MUD y luego con el oficialismo. “El diálogo nacional se ha iniciado”, dijo Tscherrig antes de anunciar la cumbre agendada para hoy, que permitiría “la promoción de un mecanismo que garantice la convivencia pacífica”. En Buenos Aires, la nunciatura manejó con sumo hermetismo la agenda del embajador vaticano (ver página 22), aunque sí se pudo saber que continuará con la tarea de mediador el nuncio venezolano, Aldo Giordano, también partícipe de los primeros intentos de acercamiento entre ambos sectores.

Si el resultado de este proceso fuera negativo, Bergoglio en persona podría llegar a tomar la posta y ofrecerse como mediador, según se desprende del último comunicado emitido desde el Vaticano. «El Papa ha deseado continuar ofreciendo su contribución a favor de la institucionalidad del país y ayudar a resolver las cuestiones pendientes y a crear mayor confianza entre las partes», explicaron.

Sin embargo, la buena voluntad vaticana puede no contener las ansias opositoras de quitar a Maduro del gobierno. Tras el fracaso de poner en marcha un referéndum revocatorio que permita destituir al mandatario, los sectores antichavistas intentarán una maniobra como la que puso a Michel Temer en la presidencia de Brasil.

La Asamblea Nacional dio inicio esta semana a un “juicio político” para establecer la “responsabilidad del presidente Nicolás Maduro en la crisis” económica y social que sufre Venezuela. El debate fue abierto por el diputado de la oposición Juan Mattheus: “Al abandonar la Constitución, se volvió un déspota; convirtió en derechos de pocos los derechos de todos”, dijo sobre el presidente.

Para el gobierno, la maniobra es totalmente inconstitucional. “Nuestra Constitución no prevé el Juicio Político. Solo el referéndum revocatorio. La oposición dice que está obligando al presidente a que se presente en la Asamblea, pero le están mintiendo al país, no tiene potestades la asamblea para sentar al presidente en el banquillo”, señala el embajador Martínez Mendoza. “Que se olviden del formato Dilma, del formato Lugo, nuestra Constitución tiene muy bien definido los procedimientos.”

La semana estuvo atravesada por varias manifestaciones, a favor y en contra del gobierno. La oposición había amenazado con montar una “toma de Venezuela” que se iniciaba con un paro total el viernes, que fue muy anunciado pero tuvo muy poca contundencia. El gobierno lo consideró un “fracaso”.  «