Dejando afuera los primeros años del retorno de la democracia, cuando los partidos tradicionales tenían ambos un gran caudal de afiliados, militantes y votos duros, en la política Argentina de las últimas décadas lo que existe como expresión política organizada es la fuerza que está en el gobierno. Fue así durante buena parte del período de Carlos Menem, durante los 12 años de kirchnerismo y ahora hay un clima similar. 

Podría afirmarse, por ahora, que lo que organiza los espacios políticos es el poder del Estado. La oposición, más allá de los matices de los períodos que se están comparando aquí a vuelo de pájaro, suele tener importantes niveles de fragmentación. El fenómeno se explica, sobre todo, por la disgregación de los vilipendiados partidos tradicionales, que producían una organización que podía sostenerse más allá de no estar en el gobierno.

Con este telón de fondo que trasciende varias gestiones, el sociólogo Carlos De Angelis y el politólogo Hilario Moreno analizaron el estado actual de la oposición al gobierno de Mauricio Macri. ¿Qué ocurre a nivel de los dirigentes? ¿Qué espera la sociedad? 

 »En la Argentina de los últimos tiempos no existe el concepto de oficialismo y oposición en un marco de debate fuerte y de tensiones. En general, el oficialismo ocupa toda la escena y la oposición suele quedarse agazapada esperando a que se autodestruya», sostuvo De Angelis. 

Luego, agregó: «Hoy hay mucha gente que percibe que si el peronismo no se reorganiza Cambiemos tiene para quedarse un rato largo. Me parece que una parte de la sociedad, a la que no le gusta Macri, quiere que para 2019 haya un candidato competitivo. A mi criterio esa figura todavía no está clara. Puede que sea Cristina, pero hay que ver». 

El sociólogo destacó que si alguna figura consigue «unificar a los votantes opositores, aunque sea en un balotaje se le puede ganar a Macri». «La inflación es un tema muy desgastante y los tarifazos son muy fuertes. No es fácil medir hoy el efecto que todas estas cosas van a tener en el humor social los próximos meses». 

Respecto de la dirigencia opositora, centralmente el peronismo, el académico fue crítico: «No hay una oposición activa, vigorosa. No hay un peronismo democratizante, que llame a asambleas populares, a debates abiertos, que busque una interna amplia». 

El politólogo Hilario Moreno, director de la consultora Dicen, remarcó que, al igual que durante los años del kirchnerismo, hoy «también hay una hegemonía fuerte del oficialismo y a la oposición le falta mucha homogeneidad. Hay diferencias que hacen muy difícil la unidad. Lo cierto es que la única unidad que puede ganarle a Cambiemos es la que incluya al kirchnerismo y a Cristina. Uno escucha a dirigentes del Frente Renovador, que hacen todo lo posible por separarse de Cristina y eso hace complejo un gran frente. Hay distancias muy importantes». 

El analista sostuvo que muchas de esas diferencias no son sólo un tema de dirigentes. «Me parece que esas posturas sintonizan con sectores del electorado». «Sin embargo–remarcó Moreno–, creo que madura en la sociedad el antimacrismo. Si hubiera una elección que sólo preguntara por Macri, sí o no, probablemente ganaría el no. Pero eso no es suficiente para una oposición más homogénea». 

Hay un elemento que suele ser muy habitual como germen de la formación de una oposición más sólida y es cuando amplios sectores de la sociedad creen que hay que ponerle un límite al gobierno. Para Moreno, esa percepción está «en una etapa incipiente». «No veo que todo el antimacrismo tenga ese anclaje común. Es fuerte en los kirchneristas, que son una oposición dura, pero hay una más blanda». «