Un incompleto análisis del por qué de los resultados electorales del 2021. La necesidad de dejar atrás la pandemia, el aislamiento, las muertes. La foto de Olivos. Una baja percepción de los votantes de que “la política” pueda resolver algo al respecto de estos temas. La procedencia de clase y la falta de experiencia vital de las dirigencias que no tienen problemas de acceso al sistema sanitario y no ven la gravedad de algunas situaciones. La falta de ideas y de proyecto. La corrupción en el sistema.

Solo algunos de los motivos por los que el tema de la salud pareciera no estar entre los principales en la campaña. Pero, de vuelta, ¿qué posición han adoptado las distintas fuerzas políticas -y con qué proyecto- ante un sector que concentra casi el 10% del PBI? ¿Qué conclusiones dejó la pandemia y en qué posición nos deja para debatir “lo que viene” en salud para la Argentina? Acá, algunas ideas al respecto de estos interrogantes.

Independencia económica

El sistema de salud argentino continúa siendo una referencia continental si se lo compara con los de otros países del continente. Pero desde una mirada histórica nacional, ya son casi 70 años de pérdida progresiva de poder político del Estado que, con excepciones valiosas, cada vez regula menos el desorden general en el que se ha convertido la convivencia de sus tres “subsectores”: el público, el de las obras sociales y el privado.

Además, no existe peor enfermedad para un pueblo que su dependencia económica. La salud de millones de compatriotas está atada al resultado electoral y, por ende, a la forma en que se busque resolver la dramática situación financiera y económica que atravesamos. No van a haber políticas soberanas, ni en salud ni en ningún otro sector, en cogobierno con el FMI y sin una rediscusión de los términos en los que se tomó esa deuda.

Con Sergio Massa como expresión -a priori- mayoritaria de Unión por la Patria, podríamos augurar, en el mejor de los casos, una continuidad en la conducción del Ministerio Nacional de cuadros técnicos no formados al lado del dolor de las y los pobres que no acceden a derechos elementales ni tampoco cerca de los problemas cotidianos que afrontamos médicos y demás disciplinas del sector, sino al ritmo de las orientaciones de los organismos internacionales de salud. Personas con buenas intenciones pero sin predisposición para llevar adelante políticas transformadoras.

En el peor de los casos, la victoria de Juntos por el Cambio anuncia un ajuste brutal en todos los planos de la seguridad social y la asistencia estatal para cumplir los mandatos del Fondo. Lo dicen ellos. Con versiones desagradables en el caso de que gane Bullrich como Kambourian, a versiones más light y sofisticadas del ajuste del tipo Quirós, el consenso es recortar, ajustar, eliminar derechos.

Las políticas neoliberales en Argentina se encargaron de tirar el peso del sistema de salud a las provincias con la falsa federalización del sistema de la Constitución del ´94. A la vez, rompieron la lógica solidaria de las obras sociales sindicales (primero con la libre elección y luego con la firma del decreto de Chacho Álvarez que permitió el ingreso de las prepagas al sistema solidario). Ahora, los nuevos intentos irán por desregular lo que les queda por vaciar: las obras sociales provinciales y el PAMI, que serían las joyas de la abuela del sistema de salud. Ya están haciendo ensayos municipales como los de San Vicente.

Soberanía sanitaria

El abordaje de la pandemia fue bueno y resulta horroroso pensar qué hubiera pasado si el virus llegaba unos meses antes con Macri presidente y sin Ministerio de Salud. Igual, perdimos para el sector una oportunidad de oro para integrar un sistema fragmentado. El problema, un signo de época: no querer/no poder/no saber tomar decisiones políticas fuertes que resulten en más poder político para el Estado y reglas claras de juego para el sector privado.

Alcanza con mirar, aunque de forma superficial, la tarea actual del Ministerio de Salud de la Nación. ¿Qué política tiene? ¿Cuáles son sus lineamientos estratégicos? ¿Con qué actores del campo político y de la salud pretende llevarlos adelante? Sencillamente, ¿qué hace de novedoso luego de la pandemia?

El Ministerio de Salud de la Nación casi no tiene efectores propios, no controla directamente a las obras sociales; no controla al PAMI; no regula con autoridad a las prepagas; prácticamente no incide en las decisiones de los Ministerios de Salud provinciales. ¿Por qué no logramos que esto sea visto como un problema para el campo de la salud? ¿Por qué no tuvimos la fuerza necesaria en la pandemia para impulsar este tipo de transformaciones de fondo?

Justicia social

Nadie puede esperar transformaciones aisladas en salud en una sociedad cada vez más desigual. Las propuestas de transformación sanitaria deben estar integradas a una agenda que las exceda. En eso venimos trabajando hace meses: un documento programático plasmado en el Plan de Desarrollo Humano Integral que contenga un fuerte componente sanitario en el marco de la agenda primordial de Tierra, Techo y Trabajo.

Entre los principales problemas del sistema de salud enumeramos su fragmentación, su desorden y la mala distribución de profesionales. Médicos y demás disciplinas viven y trabajan en los grandes centros urbanos y, a su vez, concentrados en hospitales y clínicas de segundo y tercer nivel de atención. Resultado: centros de salud de barrios populares y hospitales de provincias del mal llamado interior desprovistas de trabajadores.

En el documento citado, presentamos 10 propuestas concretas, presupuestadas y con plazos de realización, que son un aporte a la discusión para lo que se viene. Todo el plan puede ser llevado adelante gastando un 0,5% de lo que ya se gasta en salud en nuestro país: otorgamiento de lotes con servicios y buenos salarios a profesionales que se radiquen en zonas de emergencia sanitaria; programas nacionales para el acceso a la salud visual y bucal; construcción de centros de salud en barrios populares; producción pública de medicamentos e informatización del sistema de salud; entre otras.

Nuestra historia sanitaria, la epopeya de Carrillo, experiencias valiosas y más cercanas en el tiempo como las de los Ministerios de Salud de Neuquén y de la Provincia de Buenos Aires y las notables excepcionalidades surgidas en la pandemia son nuestra certeza de que experiencias más valientes y más profundas al respecto de la salud pueden ser llevadas adelante por un gobierno de corte popular.

Por eso, el resultado de las PASO no da lo mismo. Cada voto para Juan Grabois va a ser leído como un mensaje al sistema político en su conjunto. Permitirá discutir la agenda con la que Unión por la Patria afronte las elecciones generales. El caso de la salud no va a ser la excepción por eso mientras mejor le vaya a Grabois, mejores condiciones tendremos para luchar por la integración de nuestro sistema de salud en la etapa que viene.

Podemos construir un proyecto que enamore a los miles de trabajadores del sistema de salud que todos los días dejan sus esfuerzos, se llenan de frustraciones, acumulan angustias por trabajar en un sistema que muchas veces no cuida a los que cuidan ni tampoco ofrece soluciones a los que padecen. En estos esfuerzos, muchas veces desarticulados, reposa la fuerza para desencadenar un nuevo proceso de reconstrucción del sanitarismo nacional. Solo hace falta ser fieles a nuestra historia.