¿Quién es el mejor futbolista que parió la República Argentina en toda su historia? Esa pregunta parece haber encontrado una respuesta en la tarde del domingo 18 de diciembre de 2022. Lionel Messi confirmó las más profundas sospechas, acopiadas a lo largo de casi dos décadas: es el mejor. Pero en la tarde del 29 de junio de 1986, Diego Armando Maradona era sin lugar a dudas el mejor jugador de la historia nacional. Y antes Alfredo Di Stéfano había sido la respuesta automática ante la misma pregunta desde mediados del siglo XX.

Algo peculiar ocurre con las certezas colectivas a través de las épocas. Quizás exista en la Filosofía de la Historia una o varias tesis que trabajen sobre cómo los sucesivos presentes resultan absolutos y determinantes para quienes los viven. Di Stéfano, Maradona y Messi fueron y son los mejores futbolistas de la historia cada uno en su tiempo.

Esta deriva intenta darle marco a otra pregunta trascendental a través de 2023: ¿qué tan mala es la situación económica del país? Podemos ir a los números, que Indec y muchos institutos de análisis publican con asiduidad. Pero también podemos prestarle atención al único aspecto en el que la encuestología ha logrado acertar. Los sentimientos de preocupación, miedo y desánimo frente al presente y el futuro inmediato en materia económica atraviesan a casi toda la población, sin distinción de su decil social.

En tiempos de crisis no faltan las anécdotas sobre otras crisis, como si pensar el presente precisara de forma inevitable una comparación con el pasado. “Lo que pasa es que vos no viviste el ‘89” o “Dejame que te cuente sobre el Rodrigazo”: los paralelismos resultan automáticos en las conversaciones entre personas de distintas generaciones.

Pero vivimos días en los que para la mitad del padrón electoral la hiperinflación de 1989 no significa nada, no conocen a nadie que haya muerto o sido detenido-desaparecido en dictadura y todo salvo los últimos 10 o 15 años es parte de la educación histórica, mas no hay impresión, cicatriz, recuerdo propio. Es más, desde sus perspectivas, la palabra hiperinflación es este índice con el que convivimos. Sin contraste de experiencias, ¿qué diferencia hay entre 120% y más de 8000%? El problema es el mismo porque la plata se diluye en el bolsillo.

Quizás ahí, junto a la implosión de las subjetividades durante la pandemia, se explique mucho del resultado de las PASO.

A la campaña de Unión por la Patria no le sobran semanas en las que reponer la foto completa que ponga en perspectiva los logros de su gobierno ante los años de Covid-19 y guerra pisando la telaraña enorme de la deuda con el FMI. Sin perspectiva histórica no tenemos futuro, pero si solo podemos hablar de épicas históricas, el presente que vivimos es imposible de transformar. Algo de eso apareció en boca de Kicillof, que dijo hace algunos días que el peronismo necesitaba cantar una nueva canción que no dependa de que en la letra se nombre a Perón, Evita, Néstor y Cristina.

Hay una oportunidad para el oficialismo frente a Milei, Villarruel y la ultraderecha que está más allá de la memoria que cimenta nuestra democracia: seguir reconociendo que la situación de las mayorías es durísima, pero ya no solo con palabras. De la patria es el otro a la patria sos vos hay una patria que mira y sufre y espera algo con lo que sostenerse mientras todo amenaza con desvanecerse en el aire.