Después de las diferencias que quedaron expuestas en el Frente de Todos con respecto al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el kirchnerismo no solo no rompió la alianza de gobierno, sino que puso primera: salió a acumular desde adentro del peronismo a la vez que sus funcionarios salieron a enfrentarse a sectores que complican al gobierno de Alberto Fernández. Mientras el ministro Eduardo “Wado” de Pedro y el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, salieron duro, uno contra Horacio Rodríguez Larreta y otro contra las empresas remarcadoras de precios, desde la vereda de Alberto Fernández volvieron a hablar de la posibilidad del armado de una “mesa” que institucionalice el Frente de Todos. Con ese objetivo, el presidente se reunió con la conducción de la CGT.

La marcha del 24 de Marzo desde la ex Esma hasta la Plaza de Mayo sirvió para mostrar en público una alianza que ya se venía tejiendo en el territorio: La Cámpora y el PJ Bonaerense, ambas estructuras, conducidas por Máximo Kirchner. Según pudo saber Tiempo, el lunes hubo reuniones de Kirchner con el jefe de Gabinete bonaerense Martín Insaurralde y con Cristina Álvarez Rodríguez. Le siguió el martes el encuentro de los intendentes de la primera y tercera sección electoral. En ambos encuentros se habló sobre la forma que tomaría la movilización conjunta que mostró la unidad de sectores que solían enfrentarse en el territorio y en las listas: La Cámpora y los intendentes. De hecho, esta alianza no es nueva ya que ambos sectores conviven en el gobierno de otro de los asistentes a la marcha, Axel Kicillof. También se sumaron las organizaciones Kolina, Nuevo Encuentro, Descamisados y la pata bonaerense de la Corriente Nacional de la Militancia, que se referencia en Álvarez Rodríguez, que a nivel nacional comparte espacio con dirigentes alineados con Alberto Fernández, como el exministro de Defensa Agustín Rossi. “El objetivo fue mostrar que el peronismo bonaerense está alineado con Cristina”, sintetizaron fuentes de la Provincia.

Máximo Kirchner también sumó la coordinación del Frente Patria Grande, que cuenta con tres diputados que se opusieron al acuerdo con el FMI, pero también con organizaciones sociales como la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) que conduce Juan Grabois y que durante el macrismo marchaba junto al Movimiento Evita, cuyos dirigentes están alineados con Alberto Fernández.

Pero además de haber salido a acumular en el plano político, el kirchnerismo también se activó en las parceladas áreas de gestión que ocupa. “Wado” sorprendió con la decisión de asignar los fondos de coparticipación recuperados de la Ciudad de Buenos Aires a “la lucha contra el narcotráfico y refuerzo de fronteras” en las provincias de Santa Fe, Misiones y Salta. El mismo miércoles, el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, señaló a las empresas que remarcaron los precios y les exigió su retracción. En esa misma conferencia de prensa reiteró que el uso de los derechos de exportación es el instrumento más efectivo para controlar los precios, posición enfrentada a la del ministro de Agricultura, Julián Domínguez. Si bien desde el kirchernismo sostienen que no hubo una orden concreta, Feletti es un funcionario de perfil alto que va al choque y puede ganar enemigos. Es que asumió con esa tarea en octubre pasado, sin embargo, la tan mentada multicausalidad de la inflación hace que tenga dinámica propia, en particular cuando las empresas defendieron los aumentos al señalar que había sido un reflejo tras la declaración de guerra adelantada que hizo el presidente.

En la vereda albertista, los encargados de bajar el tono y llamar a la paz fueron el ministro de Obra Pública Gabriel Katopodis, la secretaria de Legal y Técnica Vilma Ibarra y la diputada Victoria Tolosa Paz. Los tres lo hicieron en la misma línea, es decir, advirtieron sobre las consecuencias de sostener la disputa interna, un mensaje que claramente tuvo destinatarios al interior de la coalición. «Con desesperanza no se puede hacer nada, menos política. Si no vemos nada positivo, va a ser difícil esperanzarnos con el futuro», sostuvo la legisladora bonaerense, y llamó a conformar una mesa que tramite los acuerdos. Por su parte, Ibarra destacó que, «si se lastima a la coalición, se lastima al gobierno», y Katopodis fue más explícito: «Lo peor que puede pasar es que cuando estemos saliendo de una de las peores crisis del país vuelva Macri. Cuando se escriba este tiempo de la historia, con casi una guerra mundial, si se escribe que la dirigencia del Frente de Todos estuvo disputándose en cuestiones internas y de peleas nos van a cagar a palos los peronistas».

Dentro del mundo sindical, también se expresa la interna oficialista. Mientras que Hugo Yasky, titular de la CTA, central obrera compuesta por un activo militante antineoliberal, contemporánea de movimientos sociales como la CCC y el Movimiento Tierra y Vivienda que supo conducir Luis D’Elía, estuvo junto a la dirigencia bonaerense en la ex ESMA; del lado albertista se cuenta a parte de la cúpula de la CGT. Este martes el presidente y el jefe de Gabinete, Juan Manzur, cenaron con Héctor Daer y Carlos Acuña, dos de los integrantes de la conducción cegetista, pero fue excluido el tercero, el camionero Pablo Moyano. Otros que sí estuvieron son Andrés Rodríguez de UPCN, Armando Cavalieri de Comercio y José Luis Lingeri de Obras Sanitarias. Antonio Caló, de la UOM, no llegó a ir porque fue desplazado de la conducción del gremio ese mismo día por el kirchnerista Abel Furlán. «