Como ningún otro club y entrenador, River y Marcelo Gallardo son los que más le aportaron a la selección argentina durante el ciclo de Lionel Scaloni. Gonzalo Montiel, Lucas Martínez Quarta, Guido Rodríguez, Exequiel Palacios y Julián Álvarez debutaron con Gallardo en River e integraron la selección campeona de la Copa América de Brasil. En la consideración de Scaloni también entró Emanuel Mammana -citado pero sin minutos-, al igual que Facundo Medina, con diez minutos en las Eliminatorias al Mundial de Qatar, a quien Gallardo dejó ir a Talleres para que sumara rodaje antes de que pasara al Lens de Francia. Héctor David Martínez, otro juvenil de las divisiones inferiores de River, juega en la selección de Paraguay. Esa es la superficie. Por debajo hay un trabajo fino que tiene en el vértice a Gallardo. Desde 2014, el entrenador hizo debutar a 42 juveniles. Por año, sin embargo, River ficha en promedio a 35 chicos. Gallardo, además de ser el entrenador más ganador en la historia del club, es la cabeza del proyecto de juveniles. El ojo panóptico de todo el fútbol de River.

En julio, durante la Copa América, Gallardo se confesó: dijo que le encantaría dirigir a la selección en un futuro. Y en la última triple fecha de Eliminatorias, el entrenador de River le pidió “un guiño” a Scaloni para que le liberara a Álvarez por las bajas en el plantel entre citados y lesionados: “Somos el que da más jugadores a selecciones y jugamos en desventaja”. Los ayudantes de Gallardo son Matías Biscay y Hernán Buján, también productos de las inferiores de River, ambos categoría 1974 (Gallardo es 76). El apellido Gallardo pesa tanto en River que excede al entrenador: Máximo, su padre, trabaja en el área de captación de juveniles desde 2019, recorriendo la provincia de Buenos Aires. Nahuel, hoy en Colón, debutó en River con su padre. Matías juega en la Cuarta. Santino, en la Octava. Todos los hijos fueron alguna vez de alcanzapelotas en un partido en el Monumental. A todos Gallardo los fue a ver a partidos de las inferiores. “Somos una gran familia”, suele repetir. Esa familia, por la cercanía, sobrepasa a los lazos sanguíneos.

“Nosotros seguimos la línea de Gallardo, que es el respeto por el otro. Hay un entrenador que está en un nivel superlativo, que es un director general, porque está en todo y se fija en todo. Es una especie de Alex Ferguson. Y no solamente te da confianza en tu área y respeta las decisiones, te da un espíritu y una confianza extraordinaria -dice Daniel Brizuela, director de captación-. Lo de River no es magia: es una consecuencia de un líder como pocas veces vimos y de un montón de especialistas que respeta cada uno su área. Acá nadie está esperando pasar a otra categoría, subir a Reserva. Se acepta lo que define Gallardo cada fin de año. El proyecto manda. Y tenemos al número uno mirando todo permanentemente”. El 12 de noviembre de 2018, al día siguiente del 2-2 ante Boca por la ida de la final de la Copa Libertadores, Gallardo se reunió con todos los entrenadores de las inferiores para diseñar la pretemporada de 2019. River tiene hoy 25 captadores en Argentina divididos en seis regiones y una secretaría técnica para el extranjero (Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile y Colombia). La captación, adjetiva Brizuela, es “agresiva”. En total, River observa cerca de 70 mil chicos en 120 ciudades diferentes.

“Hubo un hecho clave: a principios de 2018, Gallardo se involucró más con el proyecto infanto-juvenil. Antes estaba, pero ahí cambió todo. Durante la presidencia de (Daniel) Passarella se habían destrozado las inferiores, por más que salieran jugadores. Pero en 2018 aparece el predio de Hurlingham. Ahí se entrenan las infantiles y las categorías ‘chicas’ de inferiores. Y a las más grandes las quiere en el River Camp, más a mano. De ahí que se hicieran más canchas cerca de la de Primera. Gallardo es muy observador. Lo trae. Mira mucho fútbol y se da cuenta. Así como veía las jugadas cuando era número diez, ve qué hay en los otros”, dice el periodista Diego Borinsky, autor de Gallardo Monumental y Gallardo Recargado, libros que parten de los años de DT en River y construyen una biografía.

Y hay otro punto, además de las reuniones mensuales con todos los entrenadores de inferiores: River rastrea jugadores con ciertas características en base a un estilo de juego. Defensores que jueguen lejos de su arco, laterales que pasen mucho al ataque, mediocampistas con técnica, rápidos y creativos. Las intenciones antes que los esquemas. Y después, cuando suben a Primera, el desafío es que puedan soportar la intensidad de trabajo, las indicaciones y el seguimiento constante de Biscay y Buján. Montiel, hoy en Sevilla, es el juvenil que hizo debutar Gallardo con más partidos en River (139). Lo sigue Martínez Quarta (104), vendido a la Fiorentina de Italia a cambio de 13,3 millones de dólares, el defensor salido de las inferiores más caro en la historia de River. Y el tercero es Palacios (87), el mediocampista del Bayer Leverkusen de Alemania.

El cuarto y el que más goles metió es Julián Álvarez, acaso la figura de la Liga Profesional, el primer torneo local que quiere ganar Gallardo antes de que finalice su contrato en diciembre. Álvarez -21 años- metió 24 goles en 86 partidos (y 22 asistencias). En 1988, a Gallardo lo fichó Gabriel Rodríguez, hoy coordinador de la Séptima, Octava y Novena de River, las categorías “chicas”. En 2015, Rodríguez trajo a Álvarez a River. Vivía en Calchín, un pueblo de 3000 habitantes a 110 km de Córdoba capital. Tenía 15 años. No quería venirse a vivir a Buenos Aires. Lo invitaron a entrenarse, a que conociera la pensión, el colegio y el Monumental. Aceptó. “Es un delantero completo -dice Rodríguez sobre Álvarez-, con gran panorama, visión de juego y excelente técnica. Y es un profesional muy disciplinado pese a su juventud y muestra una madurez poco común para su edad. Por eso enamoró enseguida a Marcelo, lo que no es nada fácil de lograr”. Después de los tres goles del domingo pasado ante San Lorenzo, Gallardo dijo: “Julián tuvo tres años de desarrollo, altos y bajos, pero un compromiso de crecimiento. Hoy está en su mejor momento como profesional, pero todavía tiene mucho para dar. Cuando ves desempeños como los de hoy, uno lo quiere abrazar. A él y a todos”.