Cuatro días después de haberle metido un gol en el 3-0 a Tristán Suárez en Ezeiza por fecha 22 de la Primera Nacional, Juan Manuel Elordi -29 años, lateral izquierdo de Independiente Rivadavia de Mendoza- reveló en un posteo de Instagram que a los 20, luego de que llegase libre de Racing a Tristán Suárez en 2015, le habían pedido dinero para que jugara, para que debutara en Primera. “Ya lo metí en el banco; si querés que juegue tenés que poner la plata -le escribieron a Pedro Elordi, su padre-. Así es el fútbol”. Él se preguntó: “¿Cómo iba a pagar para jugar? ¿No tenía que ganarme el lugar? ¿Dónde quedaba mi orgullo? ¿Dónde estaba el fútbol?”. En el “capítulo un millón” del fútbol, como escribió el 19 de julio, Juan Manuel Elordi ascendió a Primera como campeón con Independiente Rivadavia, que en 2024 volverá a jugar en la máxima categoría tras 41 años. Elordi, el mejor lateral izquierdo del Nacional 2023, fue el que más partidos jugó en la Lepra mendocina (35, junto a Franco Romero) y, con seis goles, fue el segundo goleador del equipo detrás del paraguayo Alex Arce (26), a su vez goleador del torneo. Nacido en Saladillo, como el Vasco Olarticoechea, Elordi enmarca su historia futbolística en la Historia.

-¿Cómo te desarrollaste al jugar en el Federal C (Huracán de Saladillo), B (Sol de Mayo de Viedma) y A (Villa Mitre de Bahía Blanca) antes del Nacional?

-En Huracán debuté a los 15 años, ya jugaba con gente más grande. Al Federal C lo veía desde chico. En los pueblos y las ciudades chicas se ve como un torneo muy importante. En Saladillo se armaba una selección de todos los equipos e iba toda la ciudad a verlo. “Me gustaría jugar ahí”, decía. No lo pude disfrutar tanto porque jugué dos o tres partidos y me salió la prueba en Racing. Pero me sirvió porque el roce con gente más grande después hace que al jugar con chicos de tu edad estés más curtido. Es una locura haber jugado en todas las categorías del interior. Y después de tantos años y esfuerzo, poder jugar en Primera será algo hermoso.

-¿Qué valorás con el tiempo?

-Con Sol de Mayo de Viedma me tocó ascender del Federal B al A, que es más profesional. Se nota mucho la diferencia entre clubes que están armados y organizados y los que no, o donde es todo a pulmón. Las vivía como “normal”, y ahora, que estuve en el Nacional B, algunos compañeros que jugaron en Primera se quejaban de lo que para mí era “normal”, como viajar en micro para jugar. “Uh, el micro te deja duro”. Con Villa Mitre de Bahía Blanca viajamos 17 horas hasta Salta. Son vivencias diferentes. Es bueno conocer. Los jugadores que debutan a los 18 años en Primera División son privilegiados, es otro mundo, y hay un montón que no conocen.

-Jugaste de enganche y de mediocampista por izquierda en tus inicios. ¿Te hace un lateral izquierdo más “completo”?

-Ves la cancha de otra manera. En Saladillo jugué ahí y cuando fui a Racing quedé de volante por izquierda, pero a la segunda fecha el técnico (Antonio Mur) me preguntó si me animaba a jugar de 3. Y quería jugar. Noté que agarraba la pelota más fácil, que tenía mucho más tiempo, la cancha de frente. Me costaba la marca, pero me sirvió mucho a la hora de pasar la mitad de cancha saber algunos movimientos o resolver situaciones. Este año llegué mucho al área, por el estado físico y mis compañeros, que tiraban muchos centros. Tenés que leer bien hacia dónde puede ir la pelota o dónde te puede a quedar un rebote. También es un poco de suerte. Me costaba hacer goles. En los tres años en las inferiores de Racing no hice ningún gol. Pero me gusta estar en el área, y de tanto buscar, siempre una te queda. Mi juego se basa mucho en ir y venir, y llegar. Hay que leer el partido, los momentos, cuándo se puede o cuándo no, y depende del equipo que seas un llegador y no un desordenado.

-“En el fútbol de hoy –dijo Diego Simeone-, lo más importante son los laterales, te dan la vida. Si tenés laterales buenos, tenés muchas chances de ganar. Y cada vez hay menos. Es la posición más difícil en el fútbol”.

-Juego de lateral, no puedo decir que somos los más importantes de un equipo. Me gustan mucho los laterales que pasan al ataque, porque juego así. Somos una opción más en ataque, que si no la tenés cuesta más llegar. Pero depende del técnico y del estilo de juego. Hay técnicos a los que no les gusta que pasen al ataque. Y no podemos olvidarnos que somos defensores. Siempre me gustó Juampi Sorín, el mejor de todos. También Enzo Díaz, de River. Derecho, Alexander-Arnold, del Liverpool, me encanta. Los laterales andan mejor cuando juegan en equipos con mucho funcionamiento, con espacios para que lleguen al vacío.

-¿Qué le pasa a un pibe de 20 años cuando lo dejan libre, como a vos en Racing?

-Se me cayó el mundo. Tenía expectativas de firmar contrato y de un día para el otro quedé libre porque el técnico de Primera había llevado muchos refuerzos y no tenía lugar. No sabía qué hacer. Sos grande para algunas cosas y joven para otras. Veía compañeros que estaban desde infantiles a los que les dijeron que no iban a estar más. Si no tenés a alguien que te lleve enseguida a otro club se hace muy difícil porque tenés que empezar a probarte, como uno más, y si no quedás, listo, chau fútbol y a buscar otra cosa. Eso se podría cambiar, más en los clubes de Primera; no les costaría nada, a los chicos que tienen tantos años en sus inferiores, hacerles un contrato y mandarlos a préstamo, o darles alguna ayuda para que no queden tirados, en la nada. Si no es el fútbol, que les den una herramienta para saber cómo seguir. Mi familia me contuvo y pude ir a Tristán Suárez, pero la mayoría, que ni siquiera termina la escuela por llegar a Primera, no tuvo esa suerte. Cuando quedé libre hice cuatro meses del CBC en Avellaneda de Comunicación Social y pensé en irme a trabajar con máquinas fumigadoras al campo con mi viejo.

-Y en Tristán Suárez, que estaba en la B Metropolitana, te pidieron pagar para jugar.

-El momento más feo de mi carrera. Venía de quedar libre de Racing e iba a quedar libre sin haber jugado. “¿Qué club me va a querer si no jugué?”, me decía. Estaba con la cabeza quemada. Hoy lo pienso y es una locura. Era muy joven. Se sabía de algunos técnicos, se sabe en el ambiente. El fútbol está muy sucio, hay gente que le hace muy mal. Me había lesionado y mi viejo fue a mi casa y me lo contó. Estuvieron un mes pidiéndole plata. Había ido al banco de Primera, estaba cerca de debutar, y otra vez se me cayó todo. Pensé que eso no me lo había ganado yo, sino que era porque mi viejo había pagado. Y no, no. Mi representante habló con el mánager del club y no me tuvieron más en cuenta, fui a entrenar a la Reserva y ni siquiera jugaba. Así durante seis meses. Pero en mi cabeza tenía la esperanza de que las buenas iban a llegar. Me entrenaba, no generaba problemas con mis compañeros. Llegaron.

-¿Qué tan sucio está el fútbol?

-Es difícil hablar, a veces no queremos meter la pata porque te podés perjudicar. Está muy corrompido por gente que ensucia al fútbol, porque la esencia es jugar y ganar en la cancha, ganarse las cosas en los entrenamientos, no por plata. Es como en la sociedad, donde hay gente que piensa que todo es por plata, que vende hasta el alma. Y yo soy de otra cabeza: no todo tiene precio en la vida.

-“Vos tenés que hacer lo que te dicen”, escuchaste en reiteradas ocasiones en el fútbol. ¿El jugador duda poco?

Los futbolistas estamos acostumbrados a aceptar todo y hacer lo que se dice, porque sino te vas y traen a otro. No todos, no hay que generalizar. Me pone muy contento cuando a la gente buena le va bien. El gol que le hice a Tristán me hizo un clic en la cabeza: yo tenía que contarlo, largarlo. Hablé con mi señora. “Fijate”, me decía. Pero necesitaba decirlo. Me hablaron muchos excompañeros, jugadores a los que les ha tocado vivir algo similar y por ahí no se animaron a contarlo. También otros que, porque les pidieron plata para jugar, tuvieron que dejar. Fue lo que más me reconfortó: le sirvió a alguien. Hay que hacer algo para que no manchen al fútbol.

-¿Estudiás la historia argentina?

-El país arrancó enquilombado desde el principio. Me gusta leer sobre todo libros de historia. Leí a Felipe Pigna, ahora arranqué uno de Félix Luna, como para tener otra visión. Leo a varios para formar mi mirada. Me parece interesante cómo se fue formando Argentina, los personajes históricos. Me llaman mucho la atención San Martín, Belgrano y el Che Guevara, sus vidas que fueron tan importantes para la vida de la gente. Son tipos que pasaron más allá del bien personal. Mi viejo es fanático del Che, del que leí sus libros porque me los regaló él. Y repetimos esa frase: “Hasta la victoria siempre”.

-¿Por qué salió campeón Independiente Rivadavia?

-Porque ninguno hace nada raro y cada uno en su puesto sabe lo que hacer. Así se conformó el equipo. También fuimos un grupo con jugadores que querían crecer individualmente, un motor fundamental porque todo el tiempo estábamos motivándonos para no caernos en un torneo tan largo, pensando siempre en el objetivo final. A veces el fútbol no es justo, pero otras sí, como esta vez.