El domingo pasado a las 21.30 por América volvió Intratables, el programa de debate sobre política que ya estuvo al aire entre 2013 y 2022. En esta ocasión, la conducción corre por cuenta de Nicolás Magaldi y un variopinto conjunto de panelistas que hicieron un denodado esfuerzo por no encimarse, así como insultarse lo menos posible. En términos de rating, el debut funcionó a medias: apenas orilló los 2 puntos, si bien ganó la competencia directa con Canal 9 y logró quedar tercero. Eso sí, muy por atrás de Jorge Lanata y Periodismo Para Todos, que casi llegó a 9.

El propio Magaldi comenzó anunciando el regreso del “show de la política”: está clara desde el vamos la búsqueda de construir una ensalada, una escena ficticia de debate que apunta más al entretenimiento que al intercambio de ideas. Hay que decir que esa lógica atraviesa hoy todo el periodismo político en TV: amontonamiento de panelistas que intentan destacarse a partir de la estridencia y el petardeo irresponsable, Intratables es la patria autóctona de tan grosera especialidad.

El programa se compone de un extenso plantel: doce figuras se alternan en el uso de la voz, con un Magaldi frenético, que pasa de uno a otro, alternando preguntas sin mucha conexión entre sí, como si se tratara de una serie de Tik-Toks con el algoritmo desvencijado. Entre los que destacan, aparecen Ceferino Reato como voz cantante del antiperonismo más acérrimo (no se puede decir que a su derecha está la pared, porque le pusieron a Manuel Adorni en una posición de menor jerarquía exclusivamente para eso) y Liliana Franco que expresa un antiperonismo softcore “para que estén todas las voces”. La presencia de Eduardo Fidanza, un analista político reconocido, junto a Augusto Tartúfoli, un periodista de espectáculos de trayectoria dispar, subraya la lógica del programa: es la biblia y el calefón de manera deliberada para expresar que “todo es lo mismo” y “todo es un mamarracho”.

El mensaje antipolítica es claro desde el vamos y quienes concurran al programa con la intención de pescar una mojarrita en medio del tsunami de gritos deben tener presente esta premisa. La primera emisión contó con una cantidad interesante de invitados: en primer lugar pasó por el programa Ramiro Marra, Gustavo Posse y hasta se permitieron un momento lúdico en el que Guillermo Moreno exhibió su peronómetro según el cual ni el mismísimo Perón es tan peronista como él. El clímax fue la entrevista a Sergio Massa; luego de un primer momento en el que Magaldi lo abordó solo y ahondó en cuestiones de índole personal, los panelistas hicieron lo suyo con una deliberada intención de destacarse y sacar chapa de “polémicos”, especialmente Reato, que le hizo una pregunta con la exclusiva intención de que se haga viral, cosa que consiguió, pero con el efecto contrario.

La performance de Massa fue correcta, considerando las circunstancias desfavorables. Es evidente que su mayor habilidad es surfear esa clase de desafíos: es hábil para responder rápido y corto, y es ágil para responder a una chicana con otra. Es dudoso que esas astucias le reporten en votos, pero al menos le da la módica satisfacción de no quedar como un gil.

Intratables volvió para aprovechar el clima de campaña electoral, y el domingo tendrá una noche agitada con los resultados de las PASO ideal para desplegar su “show de la política”. Lejos de dar espacio a la difusión de ideas, todavía más lejos de cualquier intercambio que permita enriquecer miradas, la lógica del programa de América es la de superponer consignas y terminar en un empate de suma cero: todos son malos, todos son corruptos, todos son inútiles. La moraleja que ese efecto genera para el sistema democrático es muy peligrosa.