Hasta los 16 años, Gustavo Munúa era arquero y jugador de campo en las inferiores de Nacional de Montevideo. Cuando dejaba el arco, alternaba como lateral derecho, “back” y mediocentro. “Quería entrar en el fútbol y no sabía cómo, ¿viste? En algún lado me tenía que acomodar”. A los 44, el uruguayo aún es el dueño del récord de valla invicta en la historia de Nacional: 963 minutos sin recibir un gol. Y, desde octubre de 2021, es el entrenador de Unión de Santa Fe, una de las revelaciones del fútbol argentino. En cinco meses, Unión se clasificó a la Copa Sudamericana ganándole 3-0 el clásico a Colón y, tras imponerse (1-0) como local ante River después de 32 años en el debut de la Copa de la Liga, se posiciona arriba en la Zona 1. Munúa habla de los arqueros y la defensa, del peso de lo anímico en el juego, del subconsciente del futbolista, de Lionel Scaloni -compañero en Deportivo La Coruña, rival en la final del Mundial Sub 20 Malasia 97-, del trabajo grupal como DT, y más.

-¿Qué ve un entrenador que fue arquero?

-Como arquero me gustaba mucho ordenar de mitad de cancha hacia atrás, el funcionamiento defensivo, colaborar con mis compañeros. Desde atrás se tiene una buena visión y muchas veces se solucionan posibles jugadas de gol con comunicación. Como entrenador, ya es general. Intentar darle la mayor cantidad de herramientas a los futbolistas a nivel colectivo, tanto ofensivas como defensivas, para que tengan las referencias claras y no dejar nada librado al azar.

-¿No recaés más en la parte defensiva?

-Los partidos arrancan empatando, ¿no? Es importante la parte defensiva pero también tener herramientas en la ofensiva. El espectáculo del fútbol está hecho para que se hagan goles. Han cambiado las reglas, el arquero no puede agarrar la pelota con la mano de un pase hacia atrás, prácticamente es un jugador más de campo y tiene que tener buen dominio con los pies. La pelota es más ligera y se mueve más, y los campos son más rápidos porque se mojan y ahora viene el VAR. Lo máximo en el fútbol es el gol, pero también es importante que no te lo hagan.

-¿Cómo es el juego en el fútbol argentino?

-Muy dinámico, muy vertical, con emociones en las dos áreas, con mucho ida y vuelta que genera espacios. Es muy difícil encontrar un 0-0. Es un fútbol muy competitivo con una calidad muy buena. Todos los equipos tienen dos o tres jugadores desequilibrantes, y también hay buenos entrenadores estrategas. Es muy parejo, con mucha táctica, aunque siempre existió. Antes, el protagonismo lo tomaban sólo los equipos grandes, y hoy cualquier equipo puede tener una buena posición, puede desgastarte con iniciativa en el juego, te puede desordenar. Antes, eso sólo lo hacían los grandes.

-¿Cómo se convence a un futbolista?

-Es el día a día. En definitiva, es que vayan creciendo, potenciarlo a partir de sus características. Es un trabajo técnico, táctico, físico y psicológico. Me gusta hablar mucho con el futbolista, tanto a nivel grupal como individual, ser cercano para hablar de todo, desde lo futbolístico a la vida misma, así podés darle otro punto de vista. Hacer vínculos, conocerse. Esa comunión a nivel grupal es vital. Ahí empieza todo. Somos muy celosos de lo que es el grupo, de que haya unidad y, a partir de ahí, formar una idea y trazar objetivos.

-¿Cómo se trata a los jóvenes? Unión es el segundo equipo con el promedio de edad más bajo (24,7 años)?

-El joven tiene energía, ganas de crecer, de demostrar en la cancha. Pero es un proceso, tanto en los entrenamientos como en la competición, que hay que atravesarlo con sus altos y sus bajos, con experiencias muy buenas y de las otras. También hay que poner todo arriba de la mesa para interpretar los momentos de cada uno. Hace 20 años tenía entrenadores con los que tenía mucho diálogo y otros con los que no. Estoy muy atento al diálogo y a la cercanía con el jugador. Somos todos seres humanos, y hay que hacerlos sentir cómodos. Quizás a nivel grupal no preguntan nada, pero a nivel individual salen charlas muy profundas, y eso al final también entra en juego.

-¿Cuánto incide en el fútbol lo mental, lo anímico?

-Nery Pumpido dijo que era un 70% y comparto que es una parte grandísima. Pero no sé el porcentaje, si llega a un 99%, pero pesa muchísimo. Podés estar bien físicamente, tener buena técnica y visión de juego, pero si no estás bien mentalmente, todo eso queda relegado. Lo emocional en el fútbol quizás es lo más importante. La determinación y la confianza es clave.

-¿Los arqueros están locos?

-Hay algunos que no son arqueros y están locos, eh. Es un dicho… Es verdad que el de arquero es un puesto especial, porque vive mucho tiempo con otros arqueros haciendo trabajos diferenciados con el entrenador de arqueros. Es un puesto de mucha responsabilidad y si te pasa la pelota es gol. Y por más que no tengas nada que ver, siempre hay una duda.

-Hablaste del subconsciente del futbolista.

-El subconsciente del futbolista es que la forma y el estilo de jugar funcione de manera natural. Lo que le damos los entrenadores para que ese subconsciente después pueda salir en la cancha, donde se hacen las cosas inconscientes. Eso entra con el tiempo, en el proceso de la idea. En la cancha hay conexiones entre todos los futbolistas, hay que ocupar espacios, ver y dar líneas de pases, perfilarse, controlar la pelota, y van de la mano del entrenamiento del equipo. Y ahí el subconsciente tiene que funcionar de manera natural. Si pensás si estás o no bien posicionado, la pelota ya la tenés encima.

-¿Muchas veces ganás o perdés y no sabés por qué?

-Hay veces que perdés y no sabés por qué perdiste. Atacaste por todos lados, generaste un montón de situaciones de gol, y el rival te llegó una vez y perdés. Hay veces que no sabés qué decir… Y otras, al revés: el rival fue mejor que vos pero llegaste una vez y ganás. Es un aprendizaje. Hay que mirar más allá en la derrota y en la victoria. También en algún momento del partido entra la suerte, pero a la suerte hay que buscarla, y más cuando es un solo partido, una final, donde entran en juego muchos detalles.

-¿Cómo era el Scaloni compañero durante tres años en Deportivo La Coruña?

-Un gran tipo, un hombre alegre y muy inquieto, preguntando todo, tratándose de informar de todo, sacando alguna charla para que participen todos. No era entrenador, pero armaba charlas por otro tipo de cosas en el vestuario. Lo recuerdo así. Es muy bueno todo lo que está haciendo en la selección argentina.

¿Cuál es la palabra clave de Munúa entrenador?

-Respeto. A todo lo que nos rodea, de nosotros hacia los futbolistas y de ellos hacia nosotros. Con los hinchas, con los empleados del club. Eso lo cuidamos mucho. Y el trabajo en equipo. Estamos preparados para los momentos buenos y malos. Los buenos los queremos mantener lo máximo posible y los malos, sortearlos lo más rápido posible. Algunas veces, ni los jugadores se dan cuenta en lo que trabajás a nivel psicológico. Tirás algún comentario y no saben por qué lo comentás, o a dónde querés ir. Hay que tener cierta sensibilidad para esos momentos. Saber lo que está pasando, cómo está el equipo, las sensaciones. A veces es espontáneo, se presentan determinadas situaciones para actuar, y otras se buscan, como una charla. Las emociones van demasiado rápido en el fútbol.

-¿Por qué fuiste, al mismo tiempo, arquero y jugador en las inferiores de Nacional?

-Me definí a los 16, bastante grandecito. En el baby fútbol jugué la mayor parte de arquero pero también de jugador. Pero a los 14, cuando empieza todo un poquito más serio, empecé de jugador. Jugaba de lateral, de back, de mediocentro. Y parte del torneo fui arquero. Después, a los 15, empecé como jugador y terminé como arquero. Yo no era ni jugador ni arquero. Y un gran amigo, Darwin Dalmás, entrenador en las inferiores y después en Primera, me motivó para atajar, que tenía condiciones de arquero. Y con 16 años me prestan al Albion, que estaba en Primera C, y voy como arquero. Fue el destape, un antes y un después, porque después volví a Nacional y me miraron con otros ojos y con 18 años ya estaba en Primera División y después vinieron las selecciones juveniles, la historia más conocida…