Una de las pocas certezas que construyó el fútbol argentino durante los siete meses de parate fue que, cuando sea que la pelota volviera a rodar, iba a ser con equipos repletos de juveniles. Más allá de lo previsible, lo que sucedió en la primera fecha de la Copa de la Liga Profesional igual llamó la atención: en 9 de los 12 partidos hubo al menos un debutante. Fueron 19 juveniles de 12 equipos distintos los que tuvieron su estreno en Primera División en el regreso del torneo. Los cinco cambios permitidos, las lesiones por la larga inactividad y, sobre todo, la poca presión por jugar sin público ni descensos arman un combo ideal para que los clubes le den rodaje a los jóvenes de sus inferiores. 

La avanzada de los equipos de la Libertadores, con los aportes cruciales de juveniles en River, Racing y Defensa y Justicia, habían anticipado el camino desde septiembre. Lo mismo ocurrió en los triunfos históricos que consiguieron por la Copa Sudamericana Unión y Lanús, con formaciones repletas de jugadores del semillero del club. La de planteles conformados por futbolistas que bordean los 40 para guiar a un numeroso grupo de productos de las inferiores es una realidad que parece haber llegado para quedarse. “Por un lado me sorprende, pero por el año tan difícil de pandemia es algo que veníamos hablando con los coordinadores en los Zoom que hacemos cada 15 días. Es un trabajo que da su frutos. Desde hace unos años que en AFA con Pablo (Aimar), Diego (Placente) y el Bocha (Batista) se trabaja en la misma línea. Y los clubes cada vez más apuntan a los pibes, cada vez hay más inversión y estructura. Uno visita los predios y son impresionantes. No tengo dudas de que esto recién empieza y que nos va a potenciar, como fue la época nuestra de jugadores, con Pekerman. Si se trabaja bien eso se ve”, asegura Bernardo Romeo, coordinador de Selecciones juveniles de AFA.


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El contexto económico también influye. Veintitrés de los 24 equipos tuvieron más bajas que altas en este mercado de pases. Y los jóvenes surgidos del club son la esperanza que tienen las economía de los clubes de generar recursos en plena pandemia. En Talleres, se presentó Augusto Schott (20, lateral); en Estudiantes, Mauricio Guzmán (21, central); en Vélez, Facundo Cáseres (19, mediocampista); en Huracán, Cristian Núñez (20, mediocampista); en Argentinos, Juan Román Pucheta (18, delantero); en San Lorenzo, Federico Gattoni (21, central); en Lanús, Lautaro Morales (20, arquero), Franco Orozco (18, delantero), Brian Aguirre (20, lateral); en Unión, Lucas Esquivel (19, lateral), Leonel Bucca (21, mediocampista), Kevin Zenon (19, mediocampista), Gastón González (19, delantero); en Arsenal, Facundo Kruspzky (18, mediocampista); en Racing, Leandro Godoy (19, delantero); en Independiente, Juan Ignacio Pacchini (20 años, mediocampista); en Rosario Central, Lautaro Blanco (20 años, mediocampista), Luciano Ferreyra (18 años, mediocampista) y Luca Martínez Dupuy (19 años, delantero). En la Superliga pasada fueron 95 debut a lo largo de las 23 fechas. Ahora, en un solo partido, la yo hicieron 19, justo el 20 por ciento.

Con 23, 1 de promedio de edad en el once inicial, Unión fue el equipo que más debutantes tuvo: el entrenador Juan Manuel Azconzábal optó por hacerles un lugar en la rotación porque el Tatengue jugó por Sudamericana. La baja edad media de las formaciones en el fútbol argentino es una tendencia que viene de antes de la pandemia:  según un estudio de 2019 del observatorio de fútbol de la CIES, en comparación las ligas de México, Brasil y Chile, los planteles argentinos tienen la media más baja. El rival de Unión fue Arsenal, que también tuvo un debutante. “El motivo principal -dice Sergio Rondina, entrenador de Arsenal- es el plantel que tengo. Después, es real que no es lo mismo que se juegue sin público y sin promedios. ¿Sabés lo que hubiera sido para los chicos de Central esos últimos minutos con 40 mil personas? Al no haber público a los chicos se les va a hacer fácil adaptarse en la primera. Si no se escuchan los murmullos no es lo mismo. Este es un campeonato ideal para que los chicos se formen en Primera”. 

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Vacuna mediante, acaso el año que viene el público pueda estar en los estadios. Será, en ese caso, una especie de segundo debut para aquellos chicos que les haya tocado presentarse en este contexto de pandemia. “Los formadores -señala Hugo Tocalli, histórico integrante de las juveniles en Argentina, ahora parte de la Secretaría Técnica de San Lorenzo- insistimos que la Reserva tiene que jugar el partido preliminar, porque no es lo mismo jugar con gente. Esa es la gran diferencia que te da la experiencia, aprender a jugar con público. Ahora están el roce y los nervios, claro. Pero falta eso. Igual si algo caracteriza al jugador argentino es su capacidad de superarse y sus ganas de competir”.

El formato de la Copa de la Liga, casi una transición para lo que será el campeonato largo del 2021, también fue un incentivo para los clubes cuiden sus números y busquen soluciones en sus propios predios. “En nuestro caso la idea ya estaba. Era el sueño que teníamos cuando Alfaro se fue a Boca de un día para el otro. Ahora lo pudimos retomar con Damonte, que es un tipo que tiene la camiseta puesta al 100 por ciento. Cuando arrancó la pandemia, tomamos la decisión de abaratar costos porque había un signo de interrogación grande en un montón de aspectos. Tratamos de lograr un equilibrio en las cuentas”, explica Luis Sasso, vicepresidente de Huracán, que ante Vélez tuvo el debut del paraguayo Cristian Núñez. Sasso, igual, avisa que a los chicos hay que llevarlos de a poco: “Necesitan un proceso de maduración, no van a salvar al club de un día para el otro. Pero a largo plazo son los que te van a dar mejores respuestas. Parece una frase hecha, pero no hay que quemarlos sino ir mechándolos con tiempo”. Algunos clubes también buscaron entrenadores que tuvieron su estreno en Primera, para que se amolden a esa idea: Javier Sanguinetti (Banfield), Cristian “Kily” González (Central), Leandro Desábato (Estudiantes)  y Diego Martínez (Godoy Cruz) son algunos ejemplos. 

Más allá de que en el ambiente, y sobre todo puertas adentro de cada club, se celebre cada debut de un juvenil existe la duda de qué pasará con esos chicos el año que viene, si los equipos deciden reforzarse para afrontar el campeonato de 2021, aún a la espera de qué ocurrirá con los promedios. “Igual, es bueno que se muestren. De acá a fin de enero depende de ellos. Se lo digo a cada chico que firma su primer contrato: empieza la verdad. Son profesionales, debutaron, pero mantenerse es lo más difícil. Y eso que ya son muy pocos los que llegan. Va en la personalidad de cada uno para sostenerse”, dice Romeo, que asegura que ve una situación inversa a la que le tocó a él cuando sumaba sus primeros minutos en Estudiantes, hace 25 años: “En nuestra época había pocos chicos y muchos grandes. Ahora es al revés”. 

Hace unas semanas, Pablo Aimar, el técnico de la Sub 20, dio una acertada definición del fútbol: “es el deporte más popular porque es lo más parecido a la moneda en el aire”. Con el camino de los chicos de inferiores se puede hacer la misma comparación: hay una gran cuota de suerte. No se trata sólo de técnica, cabeza y cuidado. El año de la pandemia para la enorme mayoría de los juveniles de los equipos argentinos significó cortar con una rutina que traen desde bien niños. Y aún en noviembre no retomaron los entrenamientos. Para otros, fue el momento de dar el esperado salto al que llegan solo 3 de cada 100. Pero el embudo no termina ahí. Ahora viene la parte más difícil. “El tema es consolidarse, demostrar. El rendimiento de este torneo -cuenta Rondina- me va a servir para sacar conclusiones. La formación, el roce te lo dan los partidos. No se trata de técnica. Por algo un pibe logra sumar 50 partidos en Primera”.