Mucho antes del caso Rubiales, el fútbol se expresa ante multitudes pero se maneja entre sombras. En el día a día, ya sea en los entrenamientos, en los viajes o en los despachos, la basura suele acumularse sin cámaras.

Argentina no es la excepción. Florencia Marco, encargada de prensa del femenino de Boca, debió convivir durante meses con el técnico del plantel, Jorge Martínez, a quien –cansada de avisarles a los dirigentes del club, pero sin obtener respuestas– terminó denunciando ante la Justicia. Según fuentes del caso, el exjugador de Boca, River, Independiente y la Selección argentina iría a juicio oral, una noticia que se confirmaría en los próximos días.

El reciente Mundial femenino 2023 comenzó con la denuncia periodística de un diario inglés, The Guardian, contra Bruce Mwape, el técnico de Zambia, uno de los países africanos participantes en Australia-Nueva Zelanda 2023. «Si Mwape quiere acostarse con alguien, tienes que decir que sí. Es normal que el entrenador se acueste con las jugadoras de nuestro equipo. La Federación mira a otro lado porque la Selección femenina tuvo buenos resultados», dijo una jugadora, por supuesto sin dar su nombre. La FIFA inició una investigación, aunque hasta ahora sin resultados.

En esa cultura de la violación y la violencia sexual, la Copa del Mundo femenina terminó con una imagen que suele multiplicarse detrás de bambalinas pero, esta vez –y esa fue la novedad–, fue un episodio de machismo explícito que sucedió ante millones de espectadores.

La impunidad del presidente de la Federación de Fútbol Española, Luis Rubiales, al darle un beso no consentido a Jenni Hermoso –más haber levantado en andas a otras jugadoras y mostrado los genitales desde el palco hacia el campo de juego–, despertó una ola de repudio general y hasta gubernamental que terminará con su suspensión y separación definitiva del cargo, pese a los intentos de permanencia del dirigente expresados este viernes con su ya tristemente célebre frase «No voy a dimitir, no voy a dimitir, no voy a dimitir«. Le duró poco: este sábado, la FIFA lo suspendió de manera provisoria, durante 90 días, de toda actividad relacionada con el fútbol.

«Siempre fue un impresentable. Lo que pasa es que ahora lo ve todo el mundo«, explicó una jugadora española, según el diario El País. Sus antecedentes eran un prontuario, pero por lo general sin cámaras como testigo.

A lo que el fútbol masculino no quiere que se vea –y lo oculta–, se le suma lo que muchos de sus protagonistas no ven. O no entienden. O no quieren entender. El fútbol masculino se profesionalizó primero pero sigue siendo primitivo, sin preparación, «amateur», en más de un modo.

Tras la final que España le ganó 1 a 0 a Inglaterra el domingo pasado en Australia, Rubiales minimizó su agresión a Hermoso en la entrega de premios. Incluso insultó a quienes habían empezado a cuestionarlo y forzó –en otro caso de abuso de poder– a que la agencia EFE levantara unas supuestas declaraciones de la jugadora en las que decía no estar enojada con el dirigente.

Rubiales no es sin embargo el primer presidente de una federación nacional de fútbol que pierde su cargo por agresión sexual. En febrero de 2022, una empleada de la Confederación Brasileña denunció por abuso al número 1 de la CBF, Rogerio Caboclo, no ante la vista del público sino en sus jornadas de trabajo en la oficina de la entidad. El dirigente fue suspendido por 41 meses y hoy sigue alejado del fútbol.

Entre su incapacidad para entender la violencia ejercida y el magnetismo del poder, el dirigente español intentó resistir pero quedó acorralado y sin salida. Gran parte del fútbol fue por él: primero renunció el presidente del fútbol femenino español, luego patrocinadores, entrenadores, equipos y jugadores lo criticaron y finalmente la FIFA lo separó por 90 días. “La FIFA ordena a Rubiales que se abstenga de contactar a Hermoso o su entorno cercano. Igualmente se ordena a la Federación Española, de manera directa o a través de terceros, abstenerse de contactar a la jugadora”, publicó este sábado.

Mientras tanto, el Gobierno español terminará de darle en las próximas horas el último empujón. El Consejo Superior de Deportes (CSD) presentó este viernes una denuncia ante lo que considera una «falta muy grave» de Rubiales y, también, pedirá su suspensión. «Estamos en disposición de que esto sea el ‘Me Too’ del fútbol español. Suspenderemos de sus funciones en la presidencia al señor Rubiales», dijo Víctor Francos, presidente del CSD.

Pasa en Argentina, en Zambia y en España. Hay algo, o mucho, que el fútbol no quiere que se vea –ni tampoco quiere ver–. El caso Rubiales lo deja al descubierto.