El Porvenir pierde 2 a 0 frente a Gimnasia de La Plata y, en el entretiempo, sus jugadoras ingresan en silencio al vestuario del estadio de Gerli. En la Copa de la Liga femenina 2023, los cuatro descensos al final de la temporada empiezan a tener nombres propios –Defensores de Belgrano, por ejemplo, ya perdió la categoría el fin de semana pasado–. Las locales, en el fondo de la tabla, tienen que sumar de a tres. Del otro lado, el Lobo platense es un rival directo para mantener la máxima categoría.

En los pasillos del estadio de Gerli, la voz de una mujer sobresale en el entretiempo: «Yo confío en Flor, no tiene responsabilidad en los goles«. Flor es Florencia Mercau, la arquera titular de El Porvenir. La semana previa, en las redes sociales, su pareja había recibido un mensaje anónimo.

«Cuándo podríamos juntarnos así te propongo un negocio. Trabajo con un centro de apuestas y quería saber si tu pareja estaría interesada en ganar 3 mil dólares por partido«, decía el texto.

Mercau, con la firmeza con la que se para bajo los tres palos de El Porvenir –y antes lo hacía en Independiente–, le escribió a la vicepresidenta del club de Gerli, Verónica Goldzamd, para contarle lo ocurrido. El Porvenir presentó la denuncia ante la Justicia y ante el Tribunal de Disciplina y de Ética de la AFA. El fútbol femenino aún no se expresa ante multitudes pero, al igual que el masculino, se maneja entre sombras.

Mercau es la primera vez que recibe un mensaje de este tipo. Regresó al fútbol argentino a mitad de año, tras una temporada en Islas Feroe. Tras contar esa «propuesta» que había recibido, se enteró de que El Porvenir femenino ya había presentado una denuncia similar en abril pasado: su compañera en el arco, Cony González, también había sido contactada anteriormente por el arreglo de partidos.

«Un usuario de Instagram me preguntó si yo era la arquera de El Porve, que tenía una propuesta para mí. Me ofreció 1500 dólares por dejarme perder. Además, tenía que juntar a otras dos compañeras y cada una ganaba esa suma también», comentó González a Tiempo.

En varios clubes de la Primera División, las jugadoras no están al tanto de que las casas de apuestas también ofrecen, en su paquete de alternativas, el fútbol femenino argentino. Las dos arqueras coinciden en que no conocen otros casos de contactos para «ir a menos» en la disciplina, pero sí lo ocurrido en el masculino.

A comienzos del año pasado, El Porvenir denunció ante la Justicia y la AFA la supuesta irregularidad de cuatro de sus futbolistas del plantel masculino –entonces en la Primera C–, sospechados por haber cobrado dinero del mercado clandestino. En la Unidad Fiscal 6 de Lanús –donde radicaron la denuncia– sospecharon que El Porvenir no está solo: que hay más futbolistas y clubes del Ascenso. Pero el caso quedó en la nada.

Ahora, tras nuevas denuncias de jugadores del Ascenso masculino, la Primera División femenina se suma a este entramado que crece en el fútbol argentino y que excede al deporte nacional. «En el tema de las apuestas estamos atrasados diez años. Pero ahora viene lo peor, esto recién empieza«, explica uno de los pocos expertos en apuestas deportivas del país.

Con el juego online legalizado a fines de 2021 en la ciudad y la provincia de Buenos Aires, el fútbol argentino no hizo más que recibir con los brazos abiertos a los dineros ávidos de la publicidad de las casas de apuestas, prohibida en las principales ligas de Europa por su correspondencia: el arreglo de partidos y la ludopatía, en especial entre los jóvenes. Las publicidades de Boca y River exponen hasta las necesidades de los grandes de la Argentina. Y más: una época de la industria del fútbol.

Más allá de este contexto –que es el pitazo inicial–, al femenino se le suma una particularidad: el crecimiento del deporte femenino explica también el crecimiento similar en las apuestas al deporte femenino. No es casualidad que la tasa de crecimiento anual de las apuestas en el fútbol femenino a nivel mundial haya sido del 20% desde 2020, según un estudio de la Universidad Deportiva Alemana de Colonia, publicado en julio. El año anterior, el Mundial de Francia 2019 había sido el de las reivindicaciones muchas selecciones, incluida la Argentina, con un fútbol femenino semiprofesional en nuestro país.

El estudio además se detiene y examina la vulnerabilidad potencial de los deportes femeninos en el arreglo de partidos. En nuestro país, por ejemplo, más del 40% de las jugadoras de la Primera División aún son amateurs. Quienes apuestan miles de dólares necesitan la ayuda –ahora también– de las futbolistas. Y el sueldo percibido no justifica, pero contextualiza.

«Más allá de las necesidades que paso económicamente, nada me llevaría a vender mi honestidad ni mis valores», confiesa Mercau a Tiempo. Pero también entiende que muchas colegas pueden ser vulnerables ante las propuestas y más si se tiene en cuenta que el sueldo mínimo de las jugadoras está por debajo de la canasta básica –75.000 pesos brutos–.

Ahora, con las apuestas jugando su propio partido en el femenino, El Porvenir pone en offside –una vez más– lo que sucede en las canchas argentinas. Lo peor del masculino aparece –y también afecta– al femenino. Al fin de cuentas es el mismo deporte, el mismo negocio.

Por cierto, 45 minutos después de ese entretiempo, El Porvenir llegó al empate 3-3 ante Gimnasia y no sólo sigue aspirando a salvarse del descenso: Mercau también seguirá denunciando a las mafias de los apostadores, ya no sólo presentes en el fútbol masculino. El progreso del femenino también arrastra las malezas. «