Atlético Palmaflor y Blooming juegan por la sexta fecha de la División Profesional de Bolivia. Diluvia en el Estadio Bicentenario de Villa Tunari. Es la noche del 13 de marzo de 2023. El local gana 2-0. Cuando faltan cinco minutos para los 90, la intervención del VAR en lo que será el descuento de Blooming demora 18 minutos. Hubo parates por los charcos de agua en el campo de juego. El árbitro Julio Gutiérrez da 30 minutos de tiempo extra. Blooming le empata a Palmaflor, pero el árbitro Gutiérrez le expulsa a dos jugadores y agrega 13 minutos. En el “tercer tiempo” (se juegan 42, en total 132), Palmaflor marca el 3-2 final. Es el partido más largo del mundo.

El martes, Fernando Costa, presidente de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), anuló los torneos de la División Profesional y la Copa Simón Bolívar (ascenso) después de que denunciara en la Fiscalía de La Paz a “una red de corrupción” entre futbolistas, dirigentes y árbitros en el arreglo de partidos, los sobornos, las apuestas ilegales y la alteración del VAR (y anunció un campeonato “extraordinario”, que comenzaría en tres semanas y duraría hasta fin de año, aún no aprobado por la Conmebol). La anulación fue aprobada por los clubes con 14 votos a favor, una abstención y dos en contra. Costa habló de un VAR “contaminado”. The Strongest, líder con 49 puntos y a cinco del escolta cuando restaban nueve fechas, votó en contra y amenaza con no presentarse a jugar en el campeonato “extraordinario”.

El viernes, tres días después de que explotara el escándalo, Bolivia perdió 5-1 ante Brasil en Belém en el debut de las Eliminatorias al Mundial de Estados Unidos-México-Canadá 2026. El martes recibirá a Argentina en La Paz. Bolivia clasificó sólo en una de sus 17 eliminatorias, a Estados Unidos 1994. Con los cupos sudamericanos ampliados por el primer Mundial con 48 selecciones (dos más, seis, y el séptimo al repechaje entre diez), aumentaron sus chances. Pero no pareciera ser el mejor comienzo para la selección boliviana, cuyos derechos de transmisión son históricamente de la TV privada, y no sólo por la caída ante Brasil y por ahora recibir al campeón del mundo.

A un futbolista, en audios filtrados a la prensa, le ofrecen 5000 dólares para cometer un penal entre los minutos 80 y 90. Un presidente (Marco Rodríguez, del club Vaca Díez, de la Amazonía boliviana) digita un resultado en contra con un árbitro. “Necesitamos cinco goles -le dice-. Es importante que haya tres en el primer tiempo. Vos cobranos penal, faltas cerca, inducilos a que nos los hagan. Hay tres verdes en tus manos”. La División Profesional despidió al exinternacional Alejandro Mancilla, presidente de la Comisión de Árbitros de la FBF. Había aparecido mencionado en los audios. La FBF le pidió a Sport TV Rights (Mediapro) que deje de retransmitir los partidos y corte el vínculo con la empresa de apuestas Betting Rights, que comercializa las licencias a nivel global. Sport TV Rights negó “relación directa” con Betting Rights. Mediapro había provisto del VAR a Bolivia en 2022. El 13 de agosto, el expresidente Evo Morales, presidente de Palmaflor, había acusado a sus propios jugadores de “negociar por debajo” la derrota por goleada ante Blooming por la Copa Sudamericana (0-5). Blooming era entonces el último en la tabla de la Divisional. Lo dijo en medio de reclamos de sueldos de los futbolistas. “Levanta muchas sospechas. No todos los jugadores son buenos. Planificamos tomando en cuenta que si ganábamos teníamos 900.000 dólares, un presupuesto para todo el año. Hay alguna mafia, arbitraje y algunos jugadores”.

El argentino Cristian Díaz, ex DT de Independiente, dirige en el fútbol boliviano desde 2019. Es el actual entrenador de Jorge Wilstermann. “Siempre escuchamos, pero como ahora, no. Es una nueva mancha para este fútbol que tiene mucho para crecer pero del que se encargan sistemáticamente de que no ocurra. No es propio de Bolivia, pero acá las cosas son bastante más burdas -dice Cristian Díaz, campeón con Wilstermann del Clausura 2019-. No deja de ser una decepción para aquellos que trabajamos de una determinada manera. Si la anulación va a ser para el bien del fútbol, bienvenida. Conociendo el paño, tendrán un poquito más de cuidado a futuro, pero no va a cambiar. Acá hay que hacer un cambio radical. A nosotros este año nos mataron, tuvimos un montón de situaciones alocadas. En nuestro último partido del torneo, ante Universitario de Vinto, no pudieron hacer algo, pero el arbitraje fue un asco”.

El brasileño Lucas Paquetá, mundialista en Qatar 2022, fue excluido de la selección hasta que concluya la investigación de la Football Association (FA) por su presunta participación en apuestas “irregulares” sobre tarjetas amarillas en tres partidos con el West Ham, su club de la Premier League. El 12 de marzo, personas cercanas a Paquetá abrieron cientos de cuentas en la página Betway (patrocinador del West Ham) y apostaron la máxima cantidad de dinero a que sería amonestado en West Ham-Aston Villa. Era una apuesta “combinada”: también apostaron que Luiz Henrique, del Betis de España, recibiría una amarilla. Paquetá y Luiz Henrique -desafectado de la Sub 23 brasileña- fueron amonestados. En Brasil existe la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) “Manipulação do Futebol” después de que las apuestas y los arreglos alcanzaran al Brasileirão. Paquetá y Luiz Henrique fueron invitados por la CPI a contar sus casos. Luiz Henrique aceptó. Paquetá fue citado en carácter obligatorio luego de que obviara la invitación. Cuentan que su pase al Manchester City por 105 millones de euros se cayó tras la acusación por las amarillas autoinducidas.

Foto: Carl De Souza / AFP

“La sensación de muchos hinchas es que está todo podrido. En la semana que jugamos contra Brasil y Argentina nadie habla de la selección. ¿Cómo vamos a llegar al Mundial si somos incapaces de organizar un campeonato que no esté manchado y somos el peor fútbol de Sudamérica? Había una pequeña ilusión con Gustavo Costas y más cupos, haciéndonos fuertes en La Paz, pero esto es un balde de agua fría”, dice Ricardo Bajo Herreras, columnista en el diario La Razón de Bolivia, y agrega: “¿Qué garantías hay de que en un mes se limpie todo? ¿Se puede reestructurar nuestro alicaído fútbol? Cada vez hay menos público en las canchas por el mal espectáculo, el mal juego, y esto echa todo por la borda. ¿Para qué voy a pagar una entrada si sé que un jugador, un dirigente y un árbitro están apostando? Hay muchos clubes que pagan poco y mal, con meses de deudas, y esa es una justificación que se está dando: que la corrupción tiene un campo abonable. El fútbol boliviano está inmerso en un proceso imparable y testarudo de autodestrucción. ¿Pero esto sólo pasa en Bolivia? Casas de apuestas auspiciando equipos y canales hay en todos lados. ¿Por qué el fútbol se ha convertido en un depósito de lo más asqueroso de nuestra sociedad?”. A principios de septiembre, el gobierno de Chile investigó y le ordenó a los clubes que rompan los contratos con las casas de apuestas.

Las señales en el camino antes de que estallara el escándalo en el fútbol boliviano habían sido varias y variadas. Dirigentes de Sport Boys y de Destroyers desconfiaban de sus futbolistas. Un jugador de Sport Boys había sido despedido por buscar el penal antes que el gol (y si lo conseguía, lo erraba adrede). En 2018, la Federación le había pedido a la FIFA una investigación “independiente” acerca de los partidos amañados. El paraguayo Pedro Chávez, entonces jugador de Guabirá, había atacado a un club rival: “Las apuestas deportivas son el negocio de Real Potosí. Ellos no cobran hace cuatro o cinco meses y se juegan la vida en los encuentros”.

En agosto pasado, el técnico portugués Ricardo Formosinho, ex ayudante de José Mourinho, dejó The Strongest para irse a dirigir al Future FC de Egipto. En julio, después de la derrota 3-0 en el clásico ante Bolívar, Formosinho había dicho: “Me voy a mi casa pensando qué voy a hacer en mi vida porque es muy extraño lo que pasa aquí. No sé si es porque soy portugués, no sé si porque el Tigre es un grande, pero la semana pasada no nos dejaron ganar al no cobrar un penal y hoy en el primer tiempo era una falta para una tarjeta roja de un jugador de Bolívar y no fue así. Hay muchas cosas que no están correctas en el fútbol de Bolivia”. Durante los últimos días muchos lo recordaron. Formosinho tenía razón.