Las jugadoras de fútbol sala de todo el mundo se unieron esta semana para denunciar públicamente el «trato discriminatorio» que reciben desde hace tiempo por parte de la FIFA. Hace siete años que las jugadoras de futsal reclaman por su propio Mundial y hace siete años que el órgano internacional promete y repite que «el tema está siendo tratado», pero no cumple.

A través de la campaña lanzada esta semana a través de la Asociación Internacional de Jugadoras de Fútbol Sala (AJFSF), las futbolistas exigen un «compromiso real: la igualdad no puede ser una promesa, tener un Mundial tampoco». La FIFA organiza desde 1989 el Mundial masculino: lleva nueve ediciones y Argentina fue campeón en 2016 y subcampeón en 2021.

Diez de las mejores jugadoras del mundo, entre ellas la argentina Julia Paz Dupuy, aparecen juntas en este reclamo histórico. «Año tras año nos prometen una Copa del Mundo», señala la capitana de Italia, Ersilia D’Incecco. «¿Y el nuestro?», pregunta la brasileña Amandinha, ganadora siete veces del premio a mejor jugadora del mundo. Junto a ellas aparecen la capitana de España, Anita Luján, la iraní Zahra Lotfabadi, la portuguesa Janice da Silva, la uruguaya Fátima Villar, la holandesa Nancy Loth, la japonesa Chikage Kichibayashi, la ucraniana Vika Kyslova y la argentina Dupuy.

Las jugadoras no están solas. Su reclamo fue compartido por futbolistas como Nicolás Sarmiento, arquero y referente de Argentina. También el portugués Ricardinho, seis veces mejor jugador del mundo, compartió la campaña junto al texto: «Con la esperanza de que su voz llegue a lo más alto de nuestro deporte».

«Es nuestra última carta. Más que esto no se puede hacer. Reuniste a 10 jugadoras de distintas selecciones a protestar contra la FIFA, no se hizo nunca en ningún deporte», asegura a Tiempo Dupuy, jugadora profesional del Poio Pescamar de España.

Tras haber ganado el mes pasado la medalla de plata en los Juegos Odesur de Paraguay, Dupuy se preguntó en sus redes sociales si el segundo puesto había sido un fracaso. «Nuestra selección no competía desde 2019 porque la Conmebol suspendió nuestra Copa América cuando la masculina sí la hizo. Esta selección no competía ni se juntaba porque la FIFA sigue sin hacer un calendario internacional como también sí lo tiene el masculino. No son excusas. Pero esta medalla no es un fracaso. El fracaso es otra cosa», se respondió.

A nivel mundial, 50 países cuentan con torneos de fútbol sala femenino. España, Italia, Brasil, Ucrania, Rusia, Japón, Portugal e Irán son las ligas más competitivas y las que cuentan con varias jugadoras profesionales. A falta de un Mundial, hoy los torneos internacionales a nivel selecciones más importantes son las copas de Asia, de Europa y de América.

En nuestro país, la Liga Argentina cuenta con 15 equipos en el campeonato de Primera División, 17 en la B y 11 en la C. Se estima que hay más de 1000 jugadoras inscriptas, teniendo en cuenta que cada club debe contar con Quinta, Cuarta y Tercera categoría.

La rama femenina del fútbol sala hoy no cuenta con un plan estratégico por parte de la FIFA, ni programas de desarrollo y mucho menos –como denunció Dupuy– con un calendario internacional oficial. A esta situación se le suma que no existe dentro de la FIFA una división de fútbol sala femenino (como sí existe la de fútbol femenino) y no se ofrecen programas de desarrollo ni a las Confederaciones ni a las Federaciones nacionales para promover el futsal femenino.

«El fútbol sala femenino sufre una doble discriminación, ante el futsal masculino y ante el fútbol 11 femenino»,  dice Natalia Orive, presidenta de AJFSF. «Si están invirtiendo en que las mujeres jueguen al fútbol, ​​un porcentaje de ese dinero debería ir al fútbol sala porque también somos mujeres y tenemos derecho a jugar», explica Orive.

Ante la inversión y el crecimiento del fútbol femenino, son innumerables las jugadoras que abandonaron la disciplina y cruzaron de vereda. «En futsal femenino los salarios todavía son bajos o inexistentes, lo que da lugar a que las jugadoras cambien de deporte», señala AJFSF.

En nuestro país, la profesionalización del fútbol femenino dio lugar al cambio de disciplina. De las 13 jugadoras que fueron parte de la Selección Argentina que participó de la Copa Sudamericana Sub 20 de 2018, solo 8 continúan jugando al fútbol sala. El resto optó por el fútbol 11. Además, salvo algunos casos puntuales, como San Lorenzo, Racing o Estudiantes de Buenos Aires, que cuentan con jugadoras que son parte de los planteles de futsal y fútbol 11, el resto de los clubes de la Primera División les exige a sus jugadoras optar por algunas de las disciplinas en el caso de firmar un contrato profesional.

Si bien la FIFA en su Estrategia de Fútbol Femenino del 2018 propuso la posibilidad de incluir competiciones de fútbol sala para brindar «más oportunidades», todavía no se realizó ninguna iniciativa formal al respecto.

Las campañas se suman desde #WomenPlayFutsalFIFA en 2015 hasta «Que se enteren que nosotras también jugamos» en el Mundial masculino de Lituania 2021. Ahora, las futbolistas –con la pelota bajo la suela– juegan una de sus últimas cartas porque, como reclaman ,»la igualdad de género no se logrará con promesas vacías». «