Es un día de 1997. Salomé Di Iorio tiene 16 años y sabe que dentro de dos, cuando termine la secundaria, quiere estudiar para ser abogada. Hace un tiempo dejó de jugar al fútbol en las canchitas de Quilmes, pero su interés por la pelota sigue intacto y lo comparte con sus amigos varones. Sin embargo, algo le da vueltas en la cabeza: cada vez que opina de fútbol frente a ellos, sus palabras son desvalorizadas.

«Nunca soñé ni quise ser árbitra», se confiesa a menos de un mes para que arranque el Mundial femenino. Hoy divide su tiempo entre las canchas de fútbol y el estudio de abogados, donde también trabaja. Salomé es la primera y única mujer VAR en la Argentina. En Australia y Nueva Zelanda 2023 será una de las cuatro representantes argentinas que impartirán justicia. Ella estará en el equipo VAR.

–Si nunca quisiste, ¿cómo llegaste a ser árbitra?

–En un comienzo, mi intención fue aprender el reglamento porque mi opinión era descalificada. Iba a la cancha con varones, jugaba al fútbol con varones y tenía que agradecer que me dejaran participar. Me di cuenta de que reclamaban un montón de cosas que no sabía si estaban bien planteadas o argumentadas. Así que empecé a leer el reglamento por mi cuenta, cosa que nadie hace, y un día dije ‘esto no es así’. Me entró la curiosidad de aprender y tener más fundamentos.

Foto: Lucila Guede

A Di Iorio, el fútbol le gusta desde que frecuentaba las canchas de zona sur junto a su familia. Vivían en Quilmes y, mientras sus dos hermanas jugaban con las muñecas en las plateas de los estadios, Salomé prestaba atención al partido. Omar «el Indio» Gómez, ídolo cervecero, fue quien aceptó que Di Iorio jugara en las juveniles de la liga quilmeña cuando era entrenador. Ya durante los últimos dos años de secundaria, Di Iorio hizo el curso en la Asociación Argentina de Árbitros. En el grupo eran tres mujeres y más de 60 hombres. En las prácticas, ellas dirigían y los hombres preferían jugar a la pelota. Por miedo a la exposición, sus compañeras elegían ser asistentes y Salomé debía agarrar el silbato en el medio del campo. «Recuerdo aquellos partidos como los más difíciles para dirigir porque, al igual que sucede con los abogados, todos los árbitros creen que tienen razón: los que juegan y los que dirigen», dice.

–Marcás un punto de encuentro entre la abogacía y el arbitraje, pero ¿existen otras similitudes entre los dos mundos? En los dos hablamos de justicia.

–Van por la misma vía pero los intereses son diferentes. En ambas profesiones hablamos de justicia, aunque es diferente el concepto de lo justo. En el Derecho, tenés que sacar el mejor resultado para tu cliente, que no siempre es el que tiene razón. En el fútbol eso no ocurre, ahí sí sos imparcial y neutral.

–En el momento de arbitrar un partido de fútbol masculino y femenino, ¿encontrás diferencias?

–No varía mucho. El trato siempre es cordial y de respeto. Algunos suponen que en el masculino está permitido decir cualquier cosa y lo cierto es que yo no digo cualquier cosa ni permito que me lo digan tampoco. El trato es el mismo, pero sí sucede que a veces las formas de comunicarte son diferentes porque las personas son diferentes. No por el género. Por ejemplo, en Reserva los chicos suelen tratarme de usted. Jamás me sucedió eso en el femenino porque a la mayoría las conozco de dirigirlas hace muchos años.

Desde 2001, Salomé dirige en AFA. Hoy forma parte del plantel de árbitros VAR de la LPF, Libertadores y Sudamericana masculinas. También estuvo presente en la final de la Copa Libertadores Femenina 2021. Arrancó en infantiles e inferiores hasta llegar a la Reserva del masculino. Desde hace más de 20 años arbitra el fútbol femenino y desde 2006 es árbitra internacional. Dirigió los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011, los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y el Mundial femenino de Canadá 2015. Después de este recorrido, Di Iorio decidió guardar por un tiempo el silbato y tuvo un hijo. En 2015, se ausentó de las canchas y, tras reclamar para que la AFA le pagara lo que le correspondía durante el embarazo, sentó un precedente para quienes decidan tener hijos en el futuro.

En su regreso a los Mundiales, Di Iorio estará en Australia y Nueva Zelanda junto a Laura Fortunato, que irá como árbitra principal, y Mariana De Almeida y Daiana Milone, que serán asistentes.

Foto: Lucila Guede

–Después de dirigir todo el año el torneo femenino, ¿cómo ves al fútbol argentino?

–Muchos cambios para bien. Quizá el único punto negativo refiere a las conductas que comenzaron a copiar del masculino que antes no existían, como protestas, reclamos, simulaciones. Pero convengamos que la exposición y el fomento con la televisación hoy es mucho mayor. Cuando yo arranqué había sólo una árbitra para dirigir los partidos del femenino, no existían las asistentes. Ni hablar de jugar en los estadios principales. Era completamente amateur, mismo en los entrenamientos. El fútbol cambió: el masculino está más estudiado, más físico y eso se volcó también en el femenino.

–¿Existe el estereotipo del árbitro o la árbitra argentinos?

–Completamente, porque no hay mejor entrenamiento que arbitrar en nuestro país. Vos te formás con los partidos que dirigís en tu país. Siempre fue un fútbol que se destacó y eso se refleja en nuestro arbitraje, en la personalidad que forjamos para afrontar un fútbol competitivo y de mucha intensidad.