Comenzó una carrera contra el reloj. La derrota aplastante del oficialismo en las PASO, conocida después de las 22 del domingo, puso blanco sobre negro algo que venía comentándose desde horas antes. Para los principales referentes de la oposición, el desafío ahora es evitar que el resultado se transforme en una corrida cambiaria.

Es que en la carpa de Alberto Fernández, el ahora candidato a presidente por el opositor Frente de Todos, quieren evitar una catástrofe devaluatoria en la previa a las elecciones de octubre. Allí se sienten ganadores y prefieren un escenario de tranquilidad financiera hasta diciembre.

Sin embargo, el esfuerzo de Matías Kulfas, Guillermo Nielsen o Emanuel Alvarez Agis, entre otros referentes de Fernández con vínculos con el mundo financiero, no alcanzaría para dar vuelta algunas de las tendencias previstas por los bancos de inversión y operadores financieros.

Por caso, los datos electorales oficiales se asemejan al peor escenario que planteó la casa de Bolsa Balanz Capital, para la cual una distancia de más de siete puntos entre Fernández y el presidente Mauricio Macri implicaría una reacción de los inversores que llevaría a una devaluación del 10% del peso y una caída del valor de los bonos de un 15%, con un riesgo país que quedaría por encima de los 1000 puntos. Esto en los primeros días pos PASO.

De allí que algunos operadores recibieron órdenes de inversores del exterior de venta de sus activos en pesos radicados en la Argentina, es decir, acciones, bonos y el desarme de plazos fijos. La apertura del mercado financiero local, a las 10 de este lunes, es intensa.

Durante la noche algunos operadores hablaban de una apertura del mercado con una cotización del dólar en torno de los 48 pesos para la venta en el segmento minorista, cuando el cierre del viernes estuvo en torno de 46,55 pesos. Al abrir el mercado, el valor superó los pronósticos y trepó por encima de los $50. De hecho, en la City y en algunos bancos, tocó los $60.

La situación planteada para este lunes contrasta con el optimismo del viernes, cuando encuestas dadas a conocer en Nueva York incentivaron a pequeños inversores a comprar activos argentinos a partir de la venta de dólares. Ese escenario se esfumó este domingo, y los primeros interesados en recuperar su dólares son esos inversores, que se consideran engañados.

Para un operador consultado por este diario, “ni Macri ni Fernández quieren una crisis cambiaria. Van a trabajar para evitarla”. Según este operador, ambos dirigentes deberían tomar medidas que demuestren que “van a hacer lo posible para estabilizar el dólar y enviar mensajes claros sobre qué va a pasar con la deuda y la economía en general”.

La situación financiera argentina podría deteriorarse con celeridad; la demanda de dólares generaría un efecto cascada, de huida, incluyendo al desarme de plazos fijos a medida que van venciendo.

De suceder así, se vería en peligro el plan monetario del Banco Central, que se basa en que los plazos fijos se renueven constantemente a fin de alimentar la compra de las famosas Leliq, la letra que emite el BCRA y cuyo volumen supera al de la cantidad de dinero que circula en la economía.

Pero el quebranto podría ser mayor. Un derrumbe del peso afectaría más temprano que tarde a las acciones que cotizan en la Bolsa, perjudicando los balances de las empresas. El efecto inmediato sería una profundización de la recesión económica ya que las firmas cortarán aun más la inversión.

En su discurso del domingo en el que admitió la derrota ante su oponente, el presidente Macri dejó abierta la puerta a modificaciones en su política económica. Sin embargo, no parece que haya mucho margen de maniobra mientras la economía está monitoreada por el Fondo Monetario, para el cual hay un estricto plan que apunta a la eliminación del déficit fiscal y a una política de tasas de interés muy elevadas a fin de impedir que el exceso de moneda se dirija al dólar.

El plan del FMI podría entrar en crisis.