“No estamos en contra del desarrollo inmobiliario, pero tiene que ser para mejorar la calidad de vida de los habitantes y no para empeorarla”, sostienen vecinas y vecinos del barrio de Colegiales que, hasta hace poco menos de dos años, era uno de los barrios más tranquilos y agradables para vivir. Aseguran que ya dejó de ser un área residencial e ideal para familias.

En poco tiempo, las 230 hectáreas que lo componen sufrieron cambios significativos ante el avance descontrolado de la construcción de nuevos edificios, la instalación de bares, restaurantes y polos gastronómicos y la demolición de lotes que avanza cada día. Cabe destacar que las y los vecinos de Colegiales, además, sufrieron el hostigamiento y denuncia penal de una constructora privada.

colegiales
La obra sobre Gregoria Pérez 3424
Foto: Gentileza COLEGIALES PARTICIPA Y DECIDE

Quienes defienden la calidad de vida en el distrito porteño, intentan frenar el desarrollo inmobiliario desmedido y sin control alguno. Alcanza con caminar por alguno de los barrios para cotejar que el cemento arrasó con los espacios verdes y que miles de casas de familias se transformaron en edificios o en locales gastronómicos.

Los vecinos de Colegiales

La llegada del nuevo Código Urbanístico sancionado en 2018, generó un aumento exponencial de los metros cuadrados edificables, arrasó con la tierra absorbente y provocó grandes cambios en los barrios. “Nosotros estuvimos trabajando en un relevamiento hecho sobre el barrio para detectar cuántas obras se están llevando adelante actualmente, cuántos lotes se están vendiendo, cuántos locales gastronómicos ya hay y están saturando la zona”, señala a Tiempo Santiago Sobral, vecino de Colegiales e integrante del colectivo Colegiales Participa y Decide.

Los proyectos inmobiliarios habilitados por la gestión de Rodríguez Larreta, producirán en poco tiempo un aumento desproporcionado de nuevos habitantes en un barrio que no está preparado para recibirlos. Aseguran que se avecina un colapso de los servicios de infraestructura (electricidad, gas, cloacas, instalaciones pluviales, estacionamientos, etc.) y un incremento en la demanda de nuevos espacios verdes, escuelas, centros de salud, CIM, etc.

“Todo esto lo que está haciendo es cambiar un barrio tranquilo y netamente residencial por un monstruo de cemento que nos va a tapar, por la sobrepoblación, por problemas que ya empiezan a generarse como la depresión de agua en algunas manzanas y la falta de espacio para estacionamiento, por ejemplo”, agrega el vecino.

“Ahora lo que estuvimos trabajando es en un proyecto de ley para presentar en la legislatura, justamente para tratar de frenar el avance del desarrollo inmobiliario desmedido, porque no es que nosotros estemos en contra del desarrollo inmobiliario, pero creemos que tiene que ser una cosa controlada, organizada y de alguna forma para mejorar la calidad de vida de los habitantes del barrio y no para empeorarla”, suma.

Relevamiento: cifras alarmantes

En los últimos meses, vecinas y vecinos de Colegiales desplegaron un gran operativo por el barrio, acompañado por expertos y profesionales de la construcción para relevar el avance de las nuevas obras, la demolición de casas y antiguas viviendas y la ocupación del espacio público que realizan los locales gastronómicos.

“Empezamos sobre el polígono delimitado por las calles Lacroze, Álvarez Thomás, El Cano y Cramer. En apenas 70 manzanas detectamos más de 40 obras nuevas, 18 lotes en venta o vendidos, más de 50 locales gastronómicos ya instalados y 5 o 6 lotes más que ya están en demolición”, desarrolla Santiago Sobral.

A esto se suman las grandes obras que están pendientes o algunas que ya se empezaron, como la del Playón de Colegiales que, de concretarse sumarían 80 mil metros cuadrados de superficie edificable. Pero también está el proyecto del Dorrego, que ya está aprobado y que sumaría 65 mil metros cuadrados más de edificación, y otro gran predio que es el lote del Carrefour que se cerró hace pocos meses”, agrega Sobral.

Casas de familias con daños irreparables

Existen construcciones sobre la calle Gregoria Pérez que provocaron daños en viviendas aledañas e incluso en la infraestructura de la zona. “Esto es porque el avance es tan grande y las hacen con tal velocidad que traen maquinaria de grandes dimensiones para hacer las excavaciones y esto hasta ha dañado los caños de agua en las calles debido al peso de estas maquinarias”, explica el integrante del colectivo Colegiales Participa y Decide.

En poco tiempo, la gestión de Rodríguez Larreta eliminó los pulmones de manzana en las esquinas y redujo a la mitad los del centro de manzana. Esto provocó que el terreno absorbente desaparezca, permitiendo incluso la construcción de subsuelos por debajo de él, aumentando el volumen de agua que se descarga a la calle y facilitando las inundaciones.