En las últimas horas cobró “estado viral” a través de las redes sociales un fragmento de uno de los tradicionales monólogos que el humorista y actor argentino Mauricio Borensztein, más conocido como Tato Bores, recitaba cada domingo desde los distintos programas de televisión que lo tuvieron como estrella a lo largo de casi cuatro décadas. 

Se trata en este caso de un texto emitido durante la temporada 1989/1990 del programa Tato al borde de un ataque de nervios, en el que reproduce un supuesto diálogo con el entonces ministro de economía Erman González, durante el primer año del primer gobierno de Carlos Menem. Lo curioso, el motivo por el que este lapso del citado monólogo se volvió repentinamente popular, es por los paralelismos que pueden establecerse entre el discurso y las medidas que el gobierno de Mauricio Macri está implementando para intentar controlar la actual crisis cambiaria y las que en aquel momento se tomaron para tratar de resolver problemas similares.


«Le pasamos el rastrillo al país, lo dejamos sin un mango… No se emite [moneda] y como la gente no tiene guita para comprar dólares, el dólar baja”, son las palabras que Bores pone en boca de González. “Déjeme ver a ver si entendí bien: ¿ustedes con los impuestos a las tarifas, los tarifazos, guadañan toda la ‘mosca’, la gente se queda sin guita, no compran dólares y así el dólar baja?”, pregunta entonces el humorista. “¡Tato!”, le responde el Ministro, “aunque usted tiene cara de comentarista económico se ve que va entendiendo algo”. “Pero Ministro, escúcheme una cosa”, lo increpa el precursor de los talk-show en la Argentina, “la gente está más seca que galleta de campo, no sólo no pueden comprar dólares, sino que no pueden comprar morfi, no pueden comprar remedios, no pueden comprar pilchas. ¡Nada pueden comprar!». “Esos son pequeños detalles, Tato”, remata la supuesta conversación el funcionario.

«A nosotros lo que nos importa es la macroeconomía, Tato. Créame que en poco tiempo le vamos a cambiar la cara al país”, se entusiasmaba el falso Erman González en la voz de Tato, quien se lamentaba: “Pobre: lo van a desfigurar más todavía [al país]”. 

Lejos de la clarividencia o del supuesto poder de ver el futuro que muchos medios le atribuyen al famoso cómico a partir de aquel monólogo, se trata nada más que de la sensibilidad que siempre manifestaron Bores y sus guionistas (en aquel entonces eran Santiago Varela y el fallecido Juan Carlos Mesa) para observar la realidad política social de su época. El resto no es más que la rueda de la historia ofreciendo pruebas de que el actual gobierno es, finalmente, un heredero legítimo de aquel neoliberalismo que gobernó la Argentina durante poco más de 10 años.

Otra de las coincidencias que se dan entre el pasado y el presente ocurre en el plano discursivo. «Nosotros lo que le pedimos es un pequeño esfuerzo para que mañana podamos tener la Argentina Potencia con la que soñaron nuestros mayores”, son las palabras que Bores pone en boca de González y que recuerdan a la dialéctica del macrismo. “Un pequeño sacrificio para que nuestros hijos hereden una patria fértil, redonda y calentita… ¡Chan, chan!”, remata  la intervención del Ministro. “Pero escúcheme”, responde Tato, cuyo personaje ya comienza a crisparse ante el discurso del otro, “desde que era chiquitito que vengo escuchando que hay que sacrificarse en aras del futuro. El lema nacional siempre ha ido ‘jódanse hoy para disfrutar mañana’ y uno pone el hombro pero el futuro por definición se pianta y uno jamás lo puede alcanzar”.

Con su magnífico uso de la ironía, el comediante resume en una pregunta la sensación de hartazgo que compartía con los argentinos de aquella época: «¿No se podría cambiar por la consigna ‘Sacrifíquense ayer y la reventamos hoy?» “No Tato, hoy no se puede, no tenemos un mango ni para comprar una estampita”, responde el Erman González imaginario y suena igual que los funcionarios actuales.  

Tato termina concluyendo que nunca hay una explicación ni un responsable que sirva para explicar por culpa de quién “estamos peor”.