Concluida la primera fecha de la fase de grupos, a partir de ese recorte de 16 partidos -en un Mundial, la vida es eso que pasa entre partido y partido-, podemos aproximar una conclusión: Qatar 2022 es el Mundial de los penales chiquitos –intervenidos por el VAR–, de los offside semiautomáticos y de los tiempos adicionales XL. El factor común de estas situaciones reglamentarias en el «post fútbol» es la televisión. Y la «nueva» FIFA que preside Gianni Infantino. «El fútbol se ha convertido en un pretexto para ser televisado –expuso días antes del Mundial el escritor mexicano Juan Villoro–. Este sistema de jurisprudencia que es el VAR, le da más importancia al video, porque hay un juez oculto que está viendo por video. Todo eso para justificar los contenidos de la televisión, que también distorsiona mucho el juego, porque es esclava de la pelota y no vemos los desmarques, los grandes recorridos, los desdoblamientos». En abril, Infantino había adelantado las «prórrogas significativas». Lo aclaró después de que el diario Corriere dello Sport informase que la FIFA quería un Mundial «más espectacular», porque «los televidentes pagan por los 90 minutos, no los 50 efectivos en los que se juega». Dicho y hecho: en Qatar 2022 –en estadios que no se llenan– ya vimos los partidos más largos de la historia de la Copa del Mundo.

El VAR, se sabe, debutó en el último Mundial, en Rusia 2018. No es una novedad. La sanción de penales tras contactos mínimos –como el sancionado a favor de Argentina ante Arabia Saudita, a partir de un roce a Leandro Paredes–, sí. Se cobraron nueve penales en la primera fecha, la que terminó el jueves: cinco vía VAR. La transmisión oficial los muestra desde el aire y desde atrás, como si estuviéramos dentro de un videojuego. El uso manipulador y arbitrario del VAR en Qatar se parece más al de la Conmebol en la Copa Libertadores que al de Rusia. Debería existir, ironizaron, una herramienta tecnológica para evitar cobrar los penales que no son. Rusia 2018, el del debut del VAR, fue –es, por ahora– la Copa con más penales: 29 en 64 partidos.

Las posiciones adelantadas semiautomáticas, los maniquíes de los futbolistas que atraviesan hacia una tercera dimensión, es una instancia superadora del VAR, llevan más a fondo el replanteo. Se presentó en el Mundial a los tres minutos de Qatar-Ecuador, el partido inaugural. «¿En qué se convirtió hoy la ley del offside? En un detalle físico, una expresión corporal. Un hombro, un brazo, una nariz, pero nada de eso de lo que el espíritu original de la norma indicaba que se trataba de una ventaja posicional para el atacante –lo leímos a Alejandro Wall en Correo Qatarí, el newsletter de Tiempo–. Los diez offsides que le cobraron a la Argentina en su debut, el gol que le ahogaron a Lautaro Martínez, son el mapeo de que se perdió el espíritu de la norma. La automatización al detalle que inaugura Qatar 2022 con su inteligencia artificial quizá cambie todo. Porque privilegia la posición defensiva. Un jugador que sale al ataque tiene todo para perder ante el defensor que juega a achicar. ¿Establece esto un nuevo modo de defender, acaso más protegido, y un nuevo modo de atacar en el que estar atento al milímetro?». El gol anulado a Lautaro por offside semiautomático despertó incluso polémica: sólo se trazó la línea con su marcador más cercano y omitió al lateral izquierdo. El revuelo llegó a la FIFA. «Sorprende que se sigan cometiendo estos errores», dijo Lautaro Martínez en la conferencia previa al duelo con México.

Los tiempos adicionales XL inauguraron hasta una especie de un mini partido dentro del partido. Frente a la TV, respiramos profundo, soltamos el aire y entramos a los tiempos adicionales más largos de la historia de los Mundiales. Y, en las canchas, el público –y los jugadores– pierden la noción del tiempo, del goteo de los segundos. Solo ven, en la pantalla del estadio, un «14′», por ejemplo. Si en Argentina-Arabia Saudita se jugaron 13:53 en el segundo tiempo, en el 6-2 de Inglaterra-Irán fueron 13:05. No importa si el partido está o no definido. La orden de la FIFA bajó a los árbitros. No hay tiempo neto de juego, entonces habrá partidos de más de 100 minutos. En Rusia 2018, en toda la primera fase, hubo sólo tres partidos por encima de los 100 minutos, según Opta/Stats Perform. En la primera fecha de la zona de grupos de Qatar, hubo 11 de 16. «Queremos evitar partidos con solo 42 o 43 minutos de tiempo efectivo de juego. Así que habrá que compensar el tiempo de sustituciones, penales, festejos, asistencia médica o VAR», había avisado el italiano Pierluigi Collina, jefe de Árbitros de la FIFA. Los tiempos XL en Qatar ya entregaron un récord: el gol para pasar adelante más tardío en tiempo reglamentario de la historia de la Copa del Mundo, el de Roozbeh Cheshmi, de Irán ante Gales, a los 97:56, en el comienzo de la segunda fecha.

«Si vos ponés lo que muestran las cámaras, los directores te van a manejar los resultados de los partidos; una foto antes o una foto detenida un instante después te cambia el sentido de la jugada –solía decir Julio Grondona, que murió dos semanas después del Mundial de Brasil 2014, el último sin VAR–. ¿Querés bajar el error al mínimo? Agregá jueces detrás de los arcos, pero larguen con eso de ir a buscar con lupa lo que pasó antes del inicio de la jugada porque van a desnaturalizar el juego, nos vamos a perder de ver el fútbol que jugamos y conocimos».

El término «post fútbol» fue acuñado por el cronista chileno Juan Pablo Meneses. «El de ahora –dijo Meneses– es otro deporte, que llaman fútbol, pero yo post fútbol. Es un deporte que, básicamente, comienza a jugarse cuando la pelota está detenida. En el post fútbol, las pantallas no sólo son el medio: son el mensaje».