El último campeón del mundo, en Rusia 2018, contra la gran revelación de Qatar 2022. El candidato que validó su credencial ante la primera selección africana en una semifinal de la Copa del Mundo. El miércoles a las 16, al día siguiente de Argentina-Croacia, jugarán Francia-Marruecos en el estadio Al Bayt. Francia cortó la afluencia de goles de Inglaterra, a la que le salió por encima del travesaño el penal del final de Harry Kane, su capitán. Marruecos, la selección que apoya el mundo árabe, le rompió el sueño mundialista a Cristiano Ronaldo, que empezó en el banco y terminó herido. Francia-Marruecos, además de un finalista del Mundial, entregará otro partido de Qatar 2022 con una fuerte carga sociopolítica.

Hasta 1956, una mitad de Marruecos fue un protectorado francés (la otra mitad, un protectorado de España, cuya selección eliminó en los octavos de final). Walid Regragui, el entrenador de Marruecos, nació en Francia, aunque siempre representó al país de sus padres. “Para algunos es una pesadilla caer con nosotros, pero han visto que no es fácil ganarnos -dijo Regragui-. Somos los Rocky Balboa del Mundial”. Si había habido festejos y represión en Madrid, hubo festejos y represión en las calles de París. Marruecos llega al duelo con Francia no sólo después de haber dejado atrás a Portugal (1-0) y España (0-0, y por penales): en el grupo F, el de Croacia (0-0), le ganó 2-0 a Bélgica y terminó primero. Pocos auguraban la participación histórica de Marruecos: hace tres meses, el entrenador era el bosnio Vahid Halilhodžić, agotado después de que sacara de las citaciones a Hakim Ziyech (Chelsea) y Noussair Mazraoui (Bayern Munich).

Francia intentará repetir lo que lograron Italia (1934-1938) y Brasil (1958-1962) en un tiempo en que el fútbol era definitivamente otro: salir campeón de dos Mundiales consecutivos. La última selección que fue finalista de un Mundial a otro fue Brasil (subcampeón en 1998, campeón en 2002). Francia no necesitó para ganarle a Inglaterra y llegar a la semifinal de un Kylian Mbappé supersónico. Más bien se apoyó en el juego de equipo de Antoine Griezmann y en la capacidad para aprovechar las oportunidades de Olivier Giroud, que en Qatar 2022 se convirtió en el goleador histórico de su selección.

El cabezazo de Youssef En-Nesyri, que dejó vacías las manos del arquero portugués Diogo Costa, será un icono del fútbol de Marruecos, pase lo que pase con Francia. A diferencia de 14 de los 26 futbolistas de su selección, nacidos fuera de Marruecos, hijos de la diáspora a Europa, En-Nesyri nació en Fez, capital cultural de ese país. Y se formó en una academia inaugurada en 2010 por la federación y el rey Mohamed VI de Marruecos con el fin de desarrollar el fútbol local. De ahí no sólo surgió En-Nesyri, hoy delantero del Sevilla de España. También el defensor Nayef Aguerd (West Ham) y el mediocampista Azzedine Ounahi (Angers), ambos titulares, menos resonantes que el arquero Yassine Bounou -Bono- (Sevilla) y el lateral derecho Achraf Hakimi (PSG). Bono y Hakimi comparten una conexión argentina: se reconocieron hinchas de River y de Boca.

La última vez que el campeón vigente había llegado a la semifinal de un Mundial había sido Brasil en Francia 1998, coronado en Estados Unidos 1994. “Lo logramos, aguantamos con corazón y con agallas”, dijo Didier Deschamps, campeón como DT en Rusia 2018 y como futbolista en Francia 1998. “Hemos vuelto a dar la talla y es fantástico estar de nuevo en unas semifinales. Marruecos merece todo nuestro respeto y reconocimiento. No formaba parte de los rivales que se esperaban llegar hasta aquí, pero es todo salvo una sorpresa”.

La historia de Francia y Marruecos está más que enlazada y “la otra semifinal” de Qatar 2022 la escenificará: si los jugadores de la selección marroquí Romain Saïss (Beşiktaş), Sofiane Boufal (Angers) y Zakaria Aboukhlal (Toulouse) nacieron en Francia, 13 de los 26 jugadores de Francia son de ascendencia africana (el único de padre marroquí es Mattéo Guendouzi). Just Fontaine, todavía el máximo goleador en una edición de la Copa del Mundo (Suecia 1958), con 13 goles en la selección francesa, nació en Marrakech, Marruecos, cuando era un protectorado de Francia. Vive en París. Tiene 89 años. Y la mitología de los Mundiales dice que jugó con botines prestados por un compañero y que lo premiaron con un fusil. Al menos hasta el miércoles, no hay una persona que una más al fútbol de Francia y Marruecos en los Mundiales que Fontaine.