Boca, su fútbol femenino, volvió a hacerlo. El domingo venció 2-1 a UAI Urquiza y ganó su vigesimosexto título de liga, una disciplina que la AFA comenzó a organizar en 1991. Con tantos éxitos podría hablarse de rutina pero ninguna consagración lo es y mucho menos cuando 18.000 personas poblaron la Bombonera para el partido decisivo, que no era una final pero se le parecía mucho: los dos mejores equipos del torneo y del fútbol argentino en los últimos años, Boca y UAI, habían llegado a la última fecha de la temporada con chances de ser campeón.

Tras algunos años de sequía en el último lustro, Boca ya había ganado los torneos de 2020 y del Clausura 2021. La nueva estrella, la de la temporada 2022, parece confirmar que el club recuperó esa hegemonía. Pero más allá de la fiesta del domingo, ¿cuáles son las razones de una superioridad que no se explica sólo en un resultado? Aquí van cinco motivos.

1- Profesionalismo. En un ambiente en el que la mitad de las jugadoras de los clubes de Primera División aún no tiene contrato, a pesar de que ya se cumplieron tres años de la profesionalización del fútbol femenino, el plantel de Boca es el único 100% profesional. Ninguna de sus jugadoras es amateur. Pero lo hace, además, con una mezcla perfecta entre juventud y experiencia. A la presencia de varias jugadores de la selección se le sumó la llegada, en agosto, de Kishi Núñez, una chica de 16 años que asoma como una futura figura del fútbol argentino. En esa estructura económica y de club grande, Boca invirtió en los últimos años nutricionista, gimnasio y canchas de césped para entrenar, toda una ventaja en el mapamundi del fútbol femenino.

2- Continuidad. Mantiene la base del equipo campeón del año pasado. E incluso los cambios, como el de director técnico (Jorge Martínez reemplazó este año a Christian Meloni, que junto a Florencia Quiñones, una histórica de Boca, se fue a dirigir las juveniles de Argentina), ratificaron una misma búsqueda: la continuidad del estilo de juego.

3- El peso ofensivo. Mientras UAI se quedó sin goles a pocas fechas del final del torneo -se fue la delantera Romina Núñez, una de sus figuras-, Boca fue el equipo con mayor poder de fuego en el torneo, 71 tantos. La acumulación de nombres impacta: Amancay Urbani es delantera de la selección y con experiencia en España, Yamila Rodríguez no necesita presentación -fue la goleadora de la Copa América– y Andrea Ojeda, ya con más de 500 goles en Boca, fue la máxima anotadora del torneo, con 20 festejos. Le siguió la delantera uruguaya de River, Carolina Birizamberri, que terminó con 19. En las últimas dos fechas previas a la definición ante UAI, Boca había hecho 17 goles (10 a Español y 7 a Defensores de Belgrano). Convirtió goles en todos los partidos: los que mejor se defendieron fueron El Porvenir (una de las sorpresas del torneo), Platense, River e Independiente, que sólo recibieron un gol.

4- Mercado de pases positivo. En el inicio del año, Boca supo cómo reforzar los puestos en los que había sufrido las bajas más sensibles. Y las adquisiciones que llegaron fueron garantía de jerarquía. Se fue Lorena Benítez (a Estudiantes de Buenos Aires), y llegó Vanina Preininger, de la UAI Urquiza. Se fue Carolina Troncoso (a Israel) y trajo a Amancay Urbani. A mitad de año, además, mantuvo a su plantel y consiguió una apuesta, como Kishi Núñez, que llegó de Argentinos Juniors.

5- Solidez defensiva. De los 20 partidos jugados, en 15 no recibió goles. Sólo marcaron ante Boca la propia UAI Urquiza, River, Racing, Gimnasia y Defensores de Belgrano. La arquera Laurina Oliveros es la suplente en la selección de la emblemática Vanina Correa, mientras en la defensa también se destacan la central Miram Mayorga y también a las laterales Julieta Cruz y Celeste Dos Santos.